“Dejar de fumar es fácil. Lo he hecho varias veces”.
Esta frase es la muestra perfecta de intentar cambiar cualquier hábito que no deseamos pero que nos satisface. Queremos, pero no lo hacemos. Estamos motivados, pero no lo suficiente. Pensamos que deberíamos, pero desearíamos que los demás solo nos dejaran en paz. Esta mentalidad se llama “ambivalencia” – dos sentimientos opuestos con respecto al mismo tema. Aunque no sepamos lo que es la ambivalencia, somos buenos en ella.
Lee Santiago 1:5-8 (NTV)
5 Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla. 6 Cuando se la pidan, asegúrense de que su fe sea solamente en Dios, y no duden, porque una persona que duda tiene la lealtad dividida y es tan inestable como una ola del mar que el viento arrastra y empuja de un lado a otro. 7 Esas personas no deberían esperar nada del Señor; 8 su lealtad está dividida entre Dios y el mundo, y son inestables en todo lo que hacen.
Este es usualmente un mensaje de culpa. Lo leemos y pensamos, “Si aplica para mí, entonces debería preocuparme, suena muy muy grave.” Empieza con el versículo cinco y date cuenta de que el pasaje empieza presentando a Dios como generoso. Dios no se molesta ni incomoda con el suplir nuestras necesidades en nuestros momentos de doble ánimo. Esto te ayudará a no dudar de que hay esperanza para tu inconstante deseo de cambiar (v.6). Dios no va a cambiarnos en contra de nuestro deseo (v.7). Pero Dios también es amoroso, y nos advierte sobre los peligros de la tendencia de ser un hombre de doble ánimo.
En esta etapa de tu caminar, estás sintiéndote cómodo con admitir lo que Dios ya sabe. Hay esperanza porque Dios no está sorprendido aun cuando tú y yo nos sorprendemos de admitir cuán mal se han puesto las cosas. La esperanza empieza en donde tú estás parado, y Dios siempre se unirá a ti en ese lugar.
Aunque no sepamos lo que es la ambivalencia, somos buenos en ella.
Necesitas reconocer esta tendencia temprano en tu caminar o este intento será meramente el último de tus buenos esfuerzos por cambiar. No te sientas avergonzado de tus motivos tan conflictivos. Dios ya sabe y aun así quiere ayudar. Las únicas personas a quienes les mientes es a quienes te aman.
Hoy veremos cinco niveles de la motivación de Carlo DiClemente en su libro Adicciones y Cambio. Finalizaremos poniendo un ejercicio práctico de esto.
1. Pre-Contemplación(antes que empezaras):
Esta es la etapa en la que no anticipas el hacer cambios en el futuro inmediato que contemplas porque no crees que sea necesario. Probablemente te encuentres harto y ofendido si alguien te sugiere cambiar. “Cambiar” como concepto, no está en tu “radar” o ya se ha encontrado con una resistencia en lugar de una consideración de tu parte.
2. Contemplación(Paso 1):
Ahora estás empezando a creer que el cambio puede ser benéfico y estás preguntándote cómo se vería el proceso. Estás tratando de decidir si el cambio es “posible”, y de ser así, si “vale la pena”. Quieres saber qué es lo que se necesita y si estos sacrificios producirían una vida más satisfactoria que continuar negándolo.
Dios no se molesta ni incomoda con el suplir nuestras necesidades en nuestros momentos de doble ánimo
3. Preparación(Pasos 2-4):
En esta etapa tu consideración se vuelve más concreta. Reúnes la información necesaria para formular un plan efectivo y consistente. Evalúas los obstáculos; tanto logísticos (externos) como motivacionales (internos). Empiezas a nombrar la gente que caminaría contigo esta jornada.
4. Acción(Pasos 5-7):
En este momento el plan cobra vida; las ideas se vuelven decisiones. Hay progreso y los contratiempos son explorados. Hay éxitos y fracasos, pero la trayectoria de tu camino es derecha. Las técnicas se vuelven hábitos y los hábitos una forma de vida. Los roles que alguna vez tu adicción llenaban, ahora se ven ocupados por maneras más saludables y disfrutables de administrar tu vida.
Hay esperanza para tu inconstante deseo de cambiar.
5. Mantenimiento(Pasos 8-9):
Un nuevo estilo de vida es abrazado. Gradualmente tus emociones y patrones de pensamiento se conforman a este estilo de vida. Tu adicción ya no es más tu “recompensa o vía de escape”, sino que estás disfrutando la vida. En esta etapa empiezas con la tarea de restaurar relaciones y buscar los intereses que fueron heridos o imposibilitados por la adicción.
Ejercicio:
En el margen al lado de estos cinco niveles de motivación escribe “Hoy” al lado de donde se encuentra tu motivación en estos momentos. Escribe fechas significativas o eventos en el margen que te vengan a la mente cuando leas cada descripción. Probablemente no sea tu primer intento en esta jornada. Reconocer donde vas a continuar cubriendo terreno es importante. Comienza a darte cuenta que cada recaída es una oportunidad de aprender. No hay vergüenza caer; sino en renunciar.
Si tienes múltiples sustancias o comportamientos con los que tengas una lucha adictiva, bien podrías no estar en el mismo lugar – hablando motivacionalmente – en cada uno de ellos. Sé honesto sobre ellas para que puedas comparar las implicaciones de atacar tus adicciones todas a la vez o una por una.
Cada recaída es una oportunidad de aprender. No hay vergüenza caer; sino en renunciar.
En el cuadro de abajo enlista las sustancias y actividades con los que puedas tener una lucha adictiva. Después, coloca una “x” debajo de la etapa que mejor represente donde te encuentras.
Si dudas que sea un problema, es “pre-contemplación.”
Si estás considerando el que represente una adicción, eso es “contemplación.”
Si estás comprometido a cambiar y estás activamente creando un plan, eso es “preparación.”
Si estás activamente trabajando en la recuperación de ésta área, eso es “acción.”
Si estás trabajando para mantener más de seis meses de sobriedad en esta área, eso es “mantenimiento.”
“La motivación por el cambio ocurre cuando la gente percibe una discrepancia entre donde se encuentran y donde quieren estar”. William Miller
Brad Hambrick es pastor de consejería en The Summit Church en Durham, NC. También se desempeña como profesor de consejería bíblica en el Seminario Teológico Bautista del Sureste.
Traducido por: Andrés Zamarrón
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