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Querida mamá enojona


Querida mamá enojona, debes cambiar

  • Debes cambiar antes de que tus hijos aprendan de ti que los arrebatos de ira son aceptables cuando no se salen con la suya.

  • Debes cambiar antes de que tus hijos te tengan miedo y comiencen a basar su valor en tu aprobación hacia ellos.

  • Debes cambiar antes de que tus hijos se vuelvan enojones y resentidos, y comiencen a actuar a partir de esas condiciones pecaminosas de su corazón.

  • Pero, lo más importante, debes cambiar porque tu Padre celestial lo dice (Santiago 1: 19-20, Eclesiastés 7: 9, Colosenses 3: 8, Salmo 37: 8-9, Proverbios 16:32, Efesios 4: 31-32)

Hay muchas madres enojadas en el mundo cristiano. Nuestras iglesias están llenas de ellas. Algunas disfrazan su ira como sarcasmo. Algunas lo calman con chocolate u otras medidas de confort. Algunas se desquitan con las puertas, los platos o incluso sus maridos. Pero todas tienen una cosa en común: han desarrollado el hábito pecaminoso de responder a las dificultades con enojo, y eso está teniendo un impacto devastador en sus hijos. El otro día, estaba hablando de enojo con una amiga que me conoce desde que mis hijos eran muy pequeños. Le mencioné que solía tener un problema de ira bastante significativo, pero últimamente, me he dado cuenta de que casi nunca me enojo pecaminosamente. Mi querida amiga luego señaló que probablemente ya no tenga un problema de enojo porque ya no tengo niños pequeños en mi casa. Si bien esta verdad me dolió un poco, es exactamente eso: Verdad. Cuando estaba criando a mis hijos, era una madre enojada.


No entraré en el impacto que creo que mi hábito de cólera pecaminosa ha tenido en mis hijos ya crecidos. Pero sé con certeza que si tuviera que volver a hacerlo, me gustaría ser un tipo muy diferente de mamá. Las razones por las que quisiera ser así son las mismas razones que enumeré al comienzo de esta publicación. Veámoslos de nuevo.


Debes cambiar antes de que tus hijos aprendan de ti que los arrebatos de ira son aceptables cuando no se salen con la suya.

Gran parte de lo que nuestros hijos aprenden de nosotros, lo aprenden con el ejemplo. ¿Alguna vez has notado que muchos niños exhiben el mismo lenguaje corporal, el tono y los mismos hábitos de habla que sus madres? Es cierto que la persona que pasa más tiempo con un niño tiene la mayor influencia en sus hábitos, y en la mayoría de los casos esa persona es la madre. De la misma forma que ellos adquieren otros hábitos de ti, pueden tomar fácilmente el hábito de la cólera pecaminosa. Al permitirte este hábito tú misma, les estás haciendo saber que los arrebatos de ira son una forma aceptable de obtener lo que quieren. Si explotas con el empleado de la tienda, el cajero del banco, o especialmente con ellos, tus hijos comenzarán a ver la ira pecaminosa como una vía para la satisfacción. No estoy diciendo que no hayan nacido pecadores, y que no puedan tener este mismo hábito si se les deja a ellos mismos, pero eso es lo que quiero decir: no se los dejes a ellos mismos. Te tienen como un ejemplo de cómo manejar el conflicto. Manejarlo bíblicamente.


Debes cambiar antes de que tus hijos te tengan miedo y comiencen a basar su valor en tu aprobación hacia ellos.

No hay un camino en la niñez más rápido para temer al hombre que tener a alguien cuya estima que tú valoras parece rechazarlo consistentemente. Los niños pequeños no entienden que tu enojo puede no estar siempre dirigido a ellos (aunque con seguridad lo es a menudo). En sus mentes infantiles, creen que todo lo que sucede está de alguna manera relacionado con algo que hicieron, por lo que tienden a tomar de forma personal cuando mamá y papá están peleando, o mamá está golpeando mesas y sartenes en la cocina. La mayoría de los hijos de padres divorciados se preguntan, al menos en algún momento, qué pudieron haber hecho para provocar la separación de sus padres. Si eres una creyente en Cristo, quieres que tus hijos algún día encuentren su identidad y valor en Él. Esto será mucho más difícil si ya han determinado en sus mentes, antes de venir a Cristo, que son una molestia, un inconveniente o una fuente de frustración para ti, su representante.


Debes cambiar antes de que tus hijos se vuelvan enojones y resentidos, y comiencen a actuar a partir de esas condiciones pecaminosas de su corazón.


“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor.” Efesios 6:4


“Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.” Colosenses 3:21


Los arrebatos de ira, el sarcasmo y callarlos a todo momento, todas formas de ira pecaminosa, son extremadamente exasperantes para los niños. Revisé mi diccionario bíblico para asegurarme de entender lo que significa exasperado: despertar a ira, provocar, hacer enojar.


Es lo que pensaba. Cuando habitualmente nos enojamos con nuestros hijos o cerca de ellos, los provocamos a la ira. Es realmente así de simple. Cada vez que te entregas a la ira pecaminosa, estás contribuyendo al problema de ira futuro (o actual) de tu hijo. Así como dos más dos siempre equivalen a cuatro, la ira constante y habitual siempre exasperará a tus hijos, así que tú debes cambiar.


Si te has quedado conmigo hasta ahora, podrías ser una mamá enojona que quiere cambiar. Estás de acuerdo conmigo, pero la pregunta que grita en tu cabeza es: “¡¿CÓMO puedo cambiar?!” Quizá hayas sido condenada por este pecado, y hace tiempo que sabes que necesitas cambiar, pero hasta ahora, no has tenido éxito. Has memorizado las Escrituras, has hablado con una amiga y pediste perdón a tus hijos una y otra vez. Quizás son dulces y siempre te perdonan, pero sabes que si no cambias, desarrollarán un hábito de ira pecaminosa.


En mi próxima publicación, hablaré sobre lo que debe suceder en tu corazón y en tu mente para que se produzca un cambio real y duradero, y les daré algunos recursos útiles. Mientras tanto, si sabes que eres una mamá enojona, comienza a orar y pide al Espíritu Santo que te revele aquellos momentos en que sabes que te estás enojando. El mayor incendio forestal se inició con una sola chispa, pero esa chispa rara vez se descubre antes de que sea demasiado tarde. El mismo principio es cierto con la ira. Hay un momento en que la discusión y la frustración se prenden fuego y se convierten en un estallido de ira. El Espíritu de Dios puede ayudarte a reconocer ese momento. ¡Comienza a practicar esta disciplina de sensibilización y prepárate para un gran cambio!


Suzanne Holland es consejera certificada por IABC / ACBC en Kansas City, Missouri. Ella sirve en Reigning Grace Counseling Center como consejera y también como coordinadora del programa de capacitación en línea. Está casada con John, quien administra el lado técnico del Programa en línea. Tienen dos hijos adultos y un nido recientemente vaciado.

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