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EL MAYOR PROBLEMA DE MI MATRIMONIO

Actualizado: 27 nov 2018



Shirley y yo estamos viendo una serie en video del seminario enfocado al matrimonio, basado en el libro del Paul Tripp: ¿Qué estabas esperando? La segunda temporada del video fue muy convincente. En un aproximado de cuarenta diferentes maneras, Tripp comunica el mismo mensaje: “¡El mayor problema en mi matrimonio, soy yo!”


Todas nosotros, como esposos, cuando nos preguntan: ¿cuál es la razón de los problemas en tu matrimonio? Tendemos a contestar: “¡Mi cónyuge es la razón de los problemas en nuestro matrimonio!” “¡Es él!”, “¡Es ella!”


Todos somos lentos para aplicar Mateo 7:3-5, lentos para ver el tronco en nuestro ojo y lentos para enfocarnos en nuestras propias faltas. En vez de eso, somos prestos para ver la astilla en el ojo de nuestro cónyuge y ágiles para enfocarnos en él/ella como la causa raíz de todos nuestros pleitos y peleas matrimoniales.


Santiago plantea el gran dilema marital en 4:1-4:


¿Qué es lo que causa las disputas y las peleas entre ustedes? ¿A caso no vienen de su interior – de sus deseos no satisfechos y de sus peticiones egoístas que batallan en su interior? Desean y piden su propia felicidad, su agenda, su propio reino pero si acaso obtienen lo que desean de su propio cónyuge.


Así que, en momentos de coraje y frustración, atacas a tu cónyuge, culpándolo(a) – tomas represalias: “¡Tú me lastimas, yo te la devuelvo!”. Tú codicias, tú manipulas: “Haré lo necesario para hacer que cumplas mis necesidades.” Pero sigues sin conseguir lo que buscas de tu esposo(a).


Esa es la razón de tus disputas y peleas. Tus problemas maritales radican en un tema espiritual, en tu corazón y en tu relación con Dios. No obtienes lo que quieres porque no pides a Dios con humildad. Por el contrario, sigues exigiendo sutilmente que se haga tu voluntad, y que venga tu reino.


Incluso cuando le pides a Dios, no recibes, porque pides mal y con egoísmo – para usar lo que obtienes en tus propios placeres/intereses – te conviertes en un oportunista, en vez de un genuino dador.


¿Sabes en lo que te conviertes? ¡En un adúltero espiritual! Es verdad, dejas a Dios como tu Fuente de Agua Viva e intentas hacer que tu cónyuge venga por ti como tu Mesías. Intentas hacer que tu cónyuge haga/diga/cumpla lo que sólo Dios es capaz, lo que sólo nuestro Salvador puede – saciar la sed más profunda de su alma. Ningún esposo(a) puede ser un buen salvador. Así que terminan saciándose en cisternas rotas (su imperfecto y finito cónyuge) que no retienen el agua. Viven en un reino donde buscan auto-saciarse, en vez de vivir en el Reino de Dios. (La paráfrasis de consejería matrimonial de Bob, se basa en Santiago 4:1-4).


¡El problema en mi matrimonio, soy yo!

Mientras Shirley y yo veíamos el video, íbamos tomando notas. Aquí les dejo nuestros puntos clave respecto a las diversas maneras en que Paul Tripp aborda la misma idea – ¡el problema de mi matrimonio, soy yo!


  • Mi matrimonio no es el recipiente de mi felicidad. El matrimonio es un recipiente para recibir la gracia de Dios y el medio por el que debo dar sacrificialmente la gracia de Cristo a mi cónyuge. Un cónyuge quebrantado (y todos los cónyuges lo son en algún momento) es una oportunidad de Dios para ser dador de Su gracia. La debilidad y la maldad de mi cónyuge son oportunidades para ser un dador de Su gracia.

  • El matrimonio es la escuela del alma. En la agenda del Reino de Dios, el matrimonio no se trata de mi felicidad; el matrimonio es acerca de mi santidad. Dios usa mi falta de santidad, mi imperfección, mi esencia finita, mi cónyuge falible para santificarme, para madurarme cada vez más a la imagen del amor sacrificial de Cristo, centrado en el otro.

  • Cuando eres capaz de comprender que tu corazón demandante es el problema central en tu matrimonio, entonces pides desesperadamente por gracia – por la gracia de Cristo. Entonces empiezas a ver tu matrimonio y a tu cónyuge con ojos de gracia. Y empiezas a darte cuenta de que ¡no hay problema en tu matrimonio tan profundo que la gracia de Jesús no cubra!

  • El matrimonio es un terreno de batalla entre dos reinos: el Reino de Dios y mi propio reino. La batalla comienza en nuestro propio corazón – quien está en el trono de mi matrimonio – ¿Cristo o yo? El matrimonio siempre es una batalla entre dos reinos – ya sea por el Reino moldeado por Cristo, o por el reino manejado por mi propio ser, mi agenda, mi felicidad, mi satisfacción.

  • Las expectativas de nuestro matrimonio no están basadas en el Evangelio. Están basadas en nuestros propios seres. Mis expectativas maritales no declaradas es que mi esposa(o) me haga feliz, me satisfaga, me haga sentir realizado, me llene, me haga sentir bien, me complete.

  • El mayor problema en mi matrimonio, soy yo – ponerme en el trono de mi propio reino.

  • ¡No necesito ser rescatado(a) de mi cónyuge. Necesito ser rescatado(a) de mí mismo(a)! Necesito ser rescatado(a) de mi egocéntrico y demandante corazón.

  • Mientras más preocupado esté por los problemas de mi cónyuge que de los de mi corazón, mi matrimonio nunca se tornará como a Cristo le agrada, en un matrimonio Cristo-céntrico.


¿Mi matrimonio gira en torno a mí? O, ¿mi matrimonio es todo en torno a Él – acerca de la Gloria de Dios y la Gracia de Cristo?

  • Mateo 6:33 – Busquen el reino de Dios. Todos estamos en busca del Reino. La pregunta es, “En mi matrimonio, ¿estoy buscando el Reino de Dios o mi propio reino?”, ¿la agenda oculta de mi matrimonio gira en torno a hacer que mi esposo(a) haga lo que yo quiero, lo que me hace feliz a mí? O, ¿la agenda espiritual de mi matrimonio se enfoca en glorificar a Dios, amando a mi esposo(a) pecador(a) con el amor de Cristo (agape) que se traduce en entrega, cuidado por el otro, y amor sacrificial?

  • Tendemos a encapsular nuestro matrimonio en nuestro pequeño reino. Entonces, nos asombramos de por qué la relación de nuestro matrimonio se siente claustrofóbica. Mi felicidad, mi comodidad, mi realización, mi contentamiento – estas son percepciones cortas del propósito del matrimonio. Dios quiere que abra mis ojos a su grande, eterna visión de Su gloria y gracia al tratar conmigo a través de mi cónyuge.

  • ¿La agenda de mi matrimonio se enfoca a dar prioridad a mis preferencias y a mi felicidad personal, o se trata de alabar a Dios y a amar a mi cónyuge como Cristo nos amó?

  • Cuando me enojo con mi cónyuge por no haber llegado – ¡eso refleja un tema de mi reino! He reducido mi matrimonio a ‘mis temas’ – mis necesidades, mis deseos, mis preferencias, mis gustos, mi felicidad – a mi persona. ¡Esos temas hablan de mi propio reino! “¡Estás interfiriendo con lo que quiero y en lo que creo que necesito!, ¡y eso me enfada!”

  • ¿Cuál es la razón de los conflictos en el matrimonio? Los conflictos maritales son causados por el pre-conflicto existente en nuestros corazones entre rendirnos al Reino de Dios o vivir para mi propio reino. Cuando dos personas se aferran a sus propios reinos, ¡no nos sorprendamos si el matrimonio se encuentra lleno de conflictos interminables y guerras emocionales territoriales! Pero si al menos una de las partes se rinde al Reino de Dios – entrega sacrificial – entonces los conflictos de raíz cambian. Y si ambas partes se rinden juntas – entonces tienen un matrimonio que glorifica a Dios y da gracia.

  • ¿Qué esperamos en el altar? Si fuéramos honestos, nos casamos porque pensamos que son el paquete completo – ¡ellos(as) tenían lo que yo necesitaba y en consecuencia, me llenaban! Éramos atraídos a nuestras ex-parejas porque intuíamos lo que podían hacer por nosotros. Esa es atracción, no amor. Y esa atracción se disipa tan pronto conocemos a la persona en la realidad – nuestro(a) pecador(a), finito(a), imperfecto(a) y egoísta esposo(a).

  • No es de la manera que debería ser. Nuestro voto matrimonial secreto es: “Todo lo que quiero de mi esposo(a) es que “me haga feliz” “¡Sé mi propio Salvador/Mesías!”. Ese no es el propósito de Dios para el matrimonio. El problema de nuestro matrimonio se basa en los pecados ocultos de nuestro corazón, que giran ¡entorno a mí y a mi felicidad!

  • ·La mentira matrimonial que nos creemos: Creemos la mentira de que lo que firmamos por matrimonio se trataba de mi felicidad personal. Entonces, decimos, “Esto no es a lo que yo me comprometí (firmé). Tú no eres la persona con la que me comprometí. ¡Me haces enfadar porque no me estás haciendo feliz!”. Eso no es amor de acuerdo a la Biblia.

Entonces, ¿qué es lo que hace Dios en el matrimonio?

  • Así que... ¿por qué un Dios sabio y amoroso pondría a un par de inmaduros, egocéntricos juntos en matrimonio? Porque el matrimonio es la herramienta principal de santificación. ¡El matrimonio es la zona de trabajo donde dos personas llegan a ser más como Cristo! Dios espera que a través del matrimonio nos libremos de nuestra autosuficiencia y nuestro egocentrismo.

  • Dos agendas en conflicto marital: mientras nosotros trabajamos en nuestra propia felicidad en nuestro matrimonio, Dios está trabajando en nuestra santificación a través de nuestro matrimonio. Mientras nosotros buscamos la comodidad en nuestro matrimonio, Dios está trabajando en nuestra llenura en Cristo en nuestro matrimonio.

  • El llamado matrimonial: la pecaminosidad y la inmadurez de nuestro cónyuge, en lugar de ser una razón para enojarnos, ¡es una oportunidad para madurar! Entre más presencias la debilidad y la malicia de tu cónyuge, mayor la oportunidad de irte santificando.

  • ¿Qué rige la agenda de mi matrimonio? ¿Mi felicidad, mis exigencias, mis necesidades? O, la gracia amorosa: servicio sacrificial, amorosa, y entrega a mi cónyuge para la gloria de Dios. ¿Soy un consumidor egoísta o un dador enfocado en mi cónyuge, en mi matrimonio?

  • Tu necesidad matrimonial – gracia y fortaleza. Entre más honesto(a) seas contigo mismo(a) acerca de tu debilidad y malicia, mayor tu conciencia de necesidad por la gracia de Cristo y el poder redentor del Padre. No podemos amar como Cristo en nuestras propias fuerzas.

  • ¡Jesús no derramó Su sangre para hacer que mi pequeño reino funcionara! Jesús derramó Su sangre para crucificar mi reino y para invitarme a Su reino de gracia amorosa hacia otros.

  • Dios nos llama a un matrimonio caótico, imperfecto, lleno de pecado para que podamos crecer en amor por nuestro(a) esposo(a) en nuestros más oscuros, perversos y malvados momentos – de manera que los podamos mover hacia la gracia de Cristo.

Entonces, ¿qué sigue?

  • ¿Cómo cambiaría mi actitud hacia mi esposo y mi matrimonio si he reconocido y admitido ante Dios que el problema real en mi matrimonio soy yo? “Siempre ha sido acerca de mí y de mi felicidad en vez de que fuera acerca de la gloria de Dios y de la santidad de mi cónyuge y mía.”

  • Más dependiente de Dios: ¿Qué pasará si ya he admitido que soy incapaz de amar a mi esposo como Cristo lo hizo, sin la gracia de Cristo, sin el poder redentor del Padre y sin la llenura del Espíritu? Es por esto que Efesios 5:22-33 está rodeado de la llenura del Espíritu (Efesios 5:18), el poder de Cristo (Efesios 6:10), y la armadura de Dios (Efesios 6:11-18).

  • La única esperanza para un bendecido matrimonio es una humilde, esposa(o) desesperadamente arrepentida(o) que depende de la fortaleza en Cristo para sacrificialmente amar a su esposo(a). El amor ágape no es natural. Es sobre-natural. ¡Necesitamos a Jesús!

  • ¿Podría salir huyendo culpando a mi cónyuge? ¿Podría renunciar perjudicando a mi cónyuge? ¿Podría lloriquear pidiendo la ayuda de Dios, pidiéndole ser más como Cristo?

  • ¿Podría arrepentirme de mi egocentrismo marital, y vivir para Cristo? ¿Podría arrepentirme de mis posturas en mi matrimonio: acerca de mi felicidad, mi agenda, mis preferencias, mis planes?

  • ¿Qué necesita mi matrimonio? Mi matrimonio necesita una intervención –una intervención en mi corazón, mi actitud, en la agenda de mi propio reino. Mi matrimonio necesita una infusión de gracia que me condene de la agenda de mi propio reino y me empodere para vivir el Reino de Dios (la gracia viene a nosotros enseñándonos a decir no a las pasiones centradas en nosotros mismos y a decir sí a otras centradas en el amor sacrificial – Tito 2:11-12).

  • ¿Podría hacer que mi matrimonio camine con una visión de Todo acerca de Él Todo acerca de la Gloria del Padre a través del amor sacrificial del Hijo, a través del poder del Espíritu?

Escrito por: Bob Kellemen | Traducido por: Jorge De León y Marcela Albarrán

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