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6 Sorpresas que Todo Consejero Pre-matrimonial Debe Considerar


Kimm y yo tuvimos una sesión pre-matrimonial antes de nuestra boda. Duró quizá 5 minutos, lo necesario para que un consejero bienintencionado nos diera una caja de casetes y nos instruyera a escucharlos. Los pusimos en la cajuela. Un día, nueve meses después nos los pidió de regreso. No fue un problema, pues estaban justo donde los dejé, en la cajuela, cerrados y sin usar.


Es atemorizante pensar cuán poco preparados estábamos para el matrimonio. No culpo a nuestro consejero. Estoy seguro que él tampoco tuvo consejería pre-matrimonial. Pero conforme lo que he experimentado los últimos 35 años, hay algunas sorpresas que hubiera sido bueno conocer.


Tu prometido(a) es más pecador(a) de lo que crees. Si su pecado no te ha sorprendido, prepárate: lo hará.

A continuación seis sorpresas que creo que todo pastor o consejero pre-matrimonial debe considerar:


1. El Pecado

Comprometerse es como caminar en un parque de diversiones con anteojos empañados. Hay muchas cosas que no puedes ver claramente. Pero, ¿a quién le importa? ¡Te estás divirtiendo! He aquí la verdad: tu prometido(a) es más pecador(a) de lo que crees. Si su pecado no te ha sorprendido, prepárate: lo hará. No estoy diciendo que tu futuro cónyuge oculte algo. Solamente digo que no has tenido ojos para ver la realidad. Por esta razón debes buscar consejo de amigos, familia e iglesia antes de que formalizar una relación.


El demandar cambio inmediato es una buena manera de empezar problemas en el matrimonio.

Usa los anteojos de otro para ver a tu amado(a) a través de sus ojos. También asegúrense de hablar sobre las 4 P’s del pecado: pasado, patrones, parejas y particulares. No te exaltes por lo que lleguen a descubrir. Tu pareja es tan pecador(a) como tú. Recuerda: nuestro pecado es tan terrible que tuvo que derramarse la sangre de Cristo para ser lavado. Pero la gracia de Dios tiene el poder para actuar en las “erupciones de pecado” que no podías ver antes de la boda. No temas, aquello que descubras será un telón para poder apreciar la redención de Cristo.


2. El Conflicto.

Yo pensaba que los primeros años de matrimonio trataban de todo aquello que Kimm debía mejorar o cambiar. Ya puedes adivinar a donde nos llevó eso. De acuerdo a los gurús del matrimonio, nuestros primeros conflictos simplemente indicaban una falta de comunicación. Pero la Biblia dice: ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? (Santiago 4:1-2)


Las peleas empiezan cuando no obtenemos lo que queremos. Mis primeros conflictos con Kimm revelaron lo que yo deseaba. Me enojaba con ella porque quería que me respetara. Pensé que el ser respetado era un derecho inalienable escrito en la Escritura y la constitución política. Pero no tardé mucho en darme cuenta que un buen deseo puede ser corrompido en una exigencia dañina.


El matrimonio es un llamado donde ambos pecadores aprenden, hasta que la muerte los separe, cómo aplicar el Evangelio de la gracia.

Pensaba que cada mandamiento bíblico para mi esposa revelaba una necesidad en mí y un derecho que yo poseía. Pero la realidad era que esto saca a Dios de la foto y me pone en su lugar. Claro que una esposa respetuosa es buena para la armonía en el hogar, pero las instrucciones de Dios para Kimm existen para ayudarle a crecer en amor por Él. No son para manipularla hacia mis propios fines.


3. El “Cambio Lento”

Camina en una habitación oscura y después enciende la luz. ¿Qué pasa? La habitación inmediatamente se transforma. Queremos que el cambio espiritual ocurra de la misma manera: escuchamos un pasaje, entendemos la aplicación y el cambio ocurre una hora después. Eso tendría sentido si el cristianismo fuese una máquina dispensadora. Ponemos unas monedas y esperamos por el refresco santificador.


Pero Dios ordena el transcurso del cambio de acuerdo a factores que nosotros no podemos ver. Muchas veces es lento a fin de humillarnos. Nos recuerda que no somos Dios. Algunas veces trata con nuestra paciencia o la de nuestro cónyuge, para que ejercitemos el amor y misericordia. Cuando dos personas están juntas, el crecimiento de Dios en una de ellas siempre considera el alma de la otra. El demandar cambio inmediato es una buena manera de empezar problemas en el matrimonio.


Para muchos, el sexo es más difícil de lo que imaginaron, ya sea por cuestiones del pasado, dolor físico, inhibiciones o vergüenza, dificultad de encontrar el ritmo o alguna sombra de abuso sexual.

Ya que el cambio toma tiempo, debemos ayudar a las parejas jóvenes a cultivar la confianza en las buenas nuevas. Más cuando son tentados al enojo y desesperanza. El Evangelio apareció y nos enseña a tener vidas piadosas mientras esperamos la llegada de Cristo (Tito 2:11-13). El cambio que Cristo promete hace que valga la pena la espera.


4. El Sexo

Cuando te casas tienes una perspectiva de Disney. Esperas que todo sea perfecto y que vivirán felices para siempre. Pero el sexo es impredecible. Algunos descubren que sus cuerpos fueron hechos para acoplarse uno con otro y en la luna de miel empieza una vida sexual llena de aventura y satisfacción. Están sorprendidos de que funcione tan bien. Pero para muchos, el sexo es más difícil de lo que imaginaron, ya sea por cuestiones del pasado, dolor físico, inhibiciones o vergüenza, dificultad de encontrar el ritmo o alguna sombra de abuso sexual.


Dios diseñó el matrimonio para crear nuevas familias. Y para iniciar una familia, debes dejar otra.

Te sorprenderá que la cama del matrimonio requiera tanto acoplamiento, tanto compromiso y trabajo. Para muchos cristianos el sexo no es importante. En el siglo primero, Pablo tuvo que hablar a la iglesia de corinto sobre los malos entendidos y expectativas del sexo (1 Cor. 7:3-5). La vida no ha cambiado mucho desde entonces. Es una realidad inesperada para la que las parejas jóvenes deben estar preparadas.


5. Los Suegros

El matrimonio cambia tu red relacional. Nadie lo siente más que tus padres. Jesús dijo: “…y dejará el hombre a su padre y a su madre y será una sola carne con su mujer (Mateo 19:5). Dios diseñó el matrimonio para crear nuevas familias. Y para iniciar una familia, debes dejar otra.


“Todos dicen que el perdón es una idea agradable, hasta que hay algo que perdonar”. C.S. Lewis.

Típicamente, las personas lo reducen a un espacio geográfico. “Me mudaré de casa de mis padres con mi esposa al otro lado de la ciudad”. Pero el irte también modifica la responsabilidad y rol de tus padres. Una vez que una pareja se casa, existe un cambio radical en el papel de los padres. No dejan de ser mamá y papá, pero no pueden esperar ser honrados de la misma manera que cuando los niños eran pequeños. La forma en que se usa el tiempo, la frecuencia de las visitas, dónde pasarán las fiestas, expectativas para ver a los nietos, la forma de compartir opiniones, todas estas bendiciones deben de cambiar y ser consensos en vez de expectativas.


6. El perdón cuesta.

“Todos dicen que el perdón es una idea agradable, hasta que hay algo que perdonar”. C.S. Lewis. Probablemente la parte más dolorosa de perdonar es cuando debemos absorber el costo del pecado de nuestro cónyuge. El dolor cuando pecan contra nosotros no desaparece tan rápido. Las palabras dichas, el dinero perdido, los votos quebrados – es un dolor que permanece de cierto modo.


La tristeza y angustia pueden entrar en tu mente sin ser anunciadas. Te apagan cuando te sientes triste y te saludan cuando despiertas. Pero el perdón bíblico absorbe por lo menos dos costos. Primero, debemos decir: “no te voy a castigar”. No hay alguien que no haya juzgado a su cónyuge y emitido un veredicto, como el siervo malagradecido en Mateo 18:28 “paga lo que debes”. Pero para que el perdón pueda ocurrir, debemos negar nuestro instinto a juzgar a un deudor y liberarlo de su castigo.


Para que el perdón pueda ocurrir, debemos negar nuestro instinto a juzgar a un deudor y liberarlo de su castigo.

Segundo, debemos decir “yo pagaré por ello en tu lugar”. La deuda no se evapora mágicamente. Si te presto 100 pesos y te niegas a pagar, el dinero no aparecerá en mi cartera por arte de magia. Alguien tiene que ceder. Esto normalmente nos lleva a la reconciliación. Queremos perdonar, pero asumimos que no debe costarnos. Sentimos que el no pelear es suficiente. Instintivamente reaccionamos a la injustica de absorber una deuda diciendo: “Tú lo hiciste, ahora arréglalo”. Tendemos a tratar a nuestro cónyuge como su pecado lo merecería (con enojo o castigo emocional) y esto parece más equitativo. Pero cuando lo haces, pierdes de vista cuánto has sido perdonado. Has olvidado la deuda que Cristo pagó por ti. Se te perdonó una gran deuda. El matrimonio significa hacer lo mismo.


Quita la Ceguera

Muchas parejas jóvenes se casan con algo de ceguera, creyendo que su matrimonio será un cuento de hadas planeado en Pinterest. Pero la verdad es que el matrimonio revela nuestro pecado, expone nuestros deseos, reta nuestra forma de relacionarnos y requiere que practiquemos constantemente el perdón. Las parejas comprometidas deben saber que el matrimonio es un llamado donde ambos pecadores aprenden, hasta que la muerte los separe, cómo aplicar el Evangelio de la gracia.


Se te perdonó una gran deuda. El matrimonio significa hacer lo mismo.

Si eres pastor o consejero pre-matrimonial, hazles saber las sorpresas que inevitablemente vendrán con el matrimonio. Les preparará para sorprenderse aún más de cómo Jesús revela su inminente amor a través de personas necesitadas de Él (Efesios 5:31-32).


Dave Harvey es presidente de Sojourn Network, enseñando como pastor en Summit Church en Fort Myers / Naples, Florida, y fundador de AmICalled.com. También es autor de varios libros, entre ellos When Sinners Say I Do: Discovering the Power ofthe Gospel for Marriage (Shepherd's Press, 2007) y Letting Go: Rugged Love for Wayward Souls (Zondervan, 2016) con Paul Gilbert.

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