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¿Cómo obra el evangelio en una persona controladora?


El orgullo en nuestro corazón desea tener el control de todo, y esto se manifiesta de muchas formas. En su esencia, el corazón controlador dice: “yo sé más que Dios”. Como cristianos pasamos mucho tiempo buscando nuevas y mejores formas para resolver esto, mientras que el evangelio habla perfectamente de este tema. En este artículo quiero que brevemente veamos varias de las formas en las que se manifiesta este corazón dominante y como la verdad del evangelio actúa sobre este deseo insensato.


En Gálatas, Pablo habla de una forma en que ejercemos el control, a menudo descrita como arrogancia o legalismo. Pablo dice en Gálatas 3:2-3: “Esto es lo único que quiero averiguar de vosotros: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vais a terminar ahora por la carne?”


Esta forma de ejercer el control supone que hay que agregarle algo al evangelio para poder ser justificados ante Dios, como bien se describe en el texto bíblico. Los gálatas habían abrazado la creencia de que la justificación no venía solo a través de Cristo y que necesitaban “las obras de la ley”. Se habían dejado llevar por esta idea a tal punto que Pablo dice que estaban “fascinados”. Sus corazones, que deseaban tener el control, veían al evangelio como una parte de la justificación de su pecado. Y el resto de la obra la haría su andar en rectitud. Mientras leo esto, me pregunto cómo podían ser tan insensatos. Sin embargo, la inclinación de sus corazones a la auto-purificación no es tan distinta a un deseo similar que hay en nuestros corazones.


Los cristianos solemos ser sutilmente tentados a “comprar” la idea de que cuando llegamos a una madurez espiritual no necesitamos del evangelio. Nuestra naturaleza pecaminosa nos controla y nos gobierna, a tal punto que buscamos formas para autopurificarnos. No obtenemos un mayor favor de parte del Señor cuando tratamos de controlar nuestra justificación o santificación a través de la ley. De ninguna manera, podemos estar separados del evangelio y que Dios se complazca. La amonestación de Pablo es clara: solo por la fe en Cristo podemos ser justificados ante el santo Dios (Gálatas 3:3-5).


Entonces, ¿cómo sabemos cuándo nuestro corazón desea tener el control?


1. ¿Con qué frecuencia afronta las equivocaciones (aparentes) a través de una búsqueda implacable de justicia?

No se apresure en contestar. Buscar justicia no es necesariamente malo. La Biblia nos habla de la justicia perfecta de Dios. Isaías 61 dice que Dios ama la justicia. Podemos ver que nuestro corazón desea dominar la situación cuando no esperamos en la justicia de Dios o deseamos llevar Su justicia más allá de los limites. Ambas actitudes manifiestan esta necesidad de tener el control.


El evangelio nos hace libres de esto. Como un ser finito y caído, usted no puede soportar la justicia de Dios. Como dice Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero).” Cristo recibió el juicio de Dios para que nosotros podamos ser libres.


2. ¿Con qué frecuencia o qué tan rápido le resume todas sus buenas acciones a los demás?

Usted podría pensar en este punto durante un rato. Si vemos al evangelio como el nivel básico de la vida cristiana, entonces la madurez espiritual se alcanza a través de algo que no es el evangelio. Un corazón que controla las cosas de esta forma no cree que la santificación viene por medio del evangelio. De esta manera, el crecimiento espiritual se da en torno a las buenas obras, razón por la cual hay una comparación constante con otras personas.


En Gálatas 3:1-3, Pablo dice “…a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?”

El mismo evangelio que lo salva también lo santifica.


3. ¿Le es difícil confiar en el Señor?

Con frecuencia, la gente se encuentra entre desconfiar de los demás o confiar demasiado en ellos. El confiar no es necesariamente algo malo, pero puede ser malinterpretado y, por lo tanto, mal direccionado (Jeremías 17:5-8).


Alguien que no confía se mantiene distante de otras personas y esa es su forma de controlar la situación y esto le hace sentir seguro. La Biblia habla mucho sobre la confianza en Dios y el evangelio es firme en esto. Si nuestra esperanza y confianza está puesta en Cristo, entonces estamos construyendo nuestra vida sobre la roca. Partiendo de esa base, vemos que el deseo de controlar todo se desvanece y se rinde ante Jesús.


4. ¿Con qué frecuencia se cierra emocionalmente o, por el contrario, agrede a otros ante una posible amenaza?

Ambas reacciones nacen de un corazón que desea controlar todo. El peligro se percibe y se domina rápidamente de alguna manera conocida y confiable. Cuando las personas se cierran emocionalmente, bloquean la amenaza al retraerse de la situación. Enojarse también es una manifestación de un comportamiento controlador. En vez de retraerse de la situación, la reacción es hacia afuera y así puede tomar el control.


Isaías 30 describe este deseo como el hacer alianza con algo o alguien que no es el Espíritu Santo. Ante la amenaza de los asirios, la reacción de los hijos de Dios fue confabularse rápidamente y preparar un plan. Evaluaron la amenaza que tenían enfrente y trataron de controlarla. Dios los llamo a descansar y a arrepentirse, a dejar de dominar la situación.


Pero ¿qué se hace para abandonar este deseo?


1. Admita que su corazón desea tener el control.

Reconozca que esto es una manifestación del orgullo y de la incapacidad de creer en el evangelio en ciertas áreas de su vida.


2. Confiese en qué área de su vida busca controlar y no deja que Cristo lo haga.

Admita esto ante el Señor y dígaselo a otros hermanos, esto demuestra su arrepentimiento y le ayuda a estar en sintonía con el gran mandamiento (Mateo 22.34-40).


3. Reemplace el comportamiento controlador por la verdad del evangelio y deje que esta actúe en todas las áreas de su corazón, en especial las más vulnerables.

¡Jesús es suficiente! Su sacrificio en la cruz satisface perfectamente nuestra necesidad de justificación y alimenta la obra de santificación que el Padre está llevando a cabo en nuestras vidas. Renuncie a todo deseo de control que haya en su corazón y vuelva una y otra vez a la verdad del evangelio.


Las preguntas antes mencionadas son solo algunos ejemplos de lo que he puesto en práctica en mi vida y las que he usado para aconsejar. En oración, debemos dejar que el Señor obre en nuestras vidas y en nuestro corazón y que así Él nos muestre las áreas en las que ejercemos control y en las que no estamos dejando que la verdad del evangelio actúe. El deseo de controlar todo solo nos lleva a la desilusión, a la desesperación y al orgullo. Alejarse de este deseo es confesar que es en vano buscar ser redimidos a través de algo que no sea Cristo.


Lee Lewis y su familia viven en Austin, Texas, donde es pastor de Soul Care Ministries en Radiant Church y también es consultor de Soul Care Consulting .


Traducido por: Ana Luz Herbel

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