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El Temor a Dios en la Consejería Bíblica

  • Foto del escritor: CCB
    CCB
  • 18 jul
  • 5 Min. de lectura

Entendiendo por qué un temor correcto del Señor es esencial en la consejería bíblica.

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¿Qué viene a tu mente cuando piensas en la palabra “temor”? ¿Serpientes? ¿Hablar en público? ¿Espacios cerrados? Nuestros pensamientos suelen dirigirse a aquellas cosas que nos producen terror en el corazón. Esta comprensión predeterminada del temor puede dificultar que entendamos y comuniquemos a otros lo que la Biblia realmente quiere decir con el temor del Señor.


Sin embargo, debemos procurar crecer en nuestra capacidad para enseñar a otros el temor de Dios, porque es fundamental para caminar en sabiduría:

El principio de la sabiduría es el temor del Señor, y el conocimiento del Santo es inteligencia” (Proverbios 9:10).


Además, la falta del temor de Dios caracteriza a los que han sido entregados al pecado:

No hay temor de Dios delante de sus ojos” (Romanos 3:18).


Como aquellos que deseamos que nuestros aconsejados anden en sabiduría y se despojen de hábitos pecaminosos, queremos crecer en nuestra habilidad para ayudarles a temer verdaderamente a Dios, definiendo, ilustrando y aplicando el temor del Señor a sus vidas.


Definiendo el temor del Señor para los aconsejados

Si Jesús fue caracterizado por el temor del Señor (Isaías 11:2), entonces nuestra definición de este concepto debe rechazar la comprensión común de temor. No puede significar que Jesús temía al Padre como un niño teme a un padre fuera de control. Más bien, vemos en la enseñanza de Jesús que Él es uno con el Padre y por lo tanto lo conoce perfectamente:

Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30).


Desde la eternidad, el Hijo ha experimentado solamente el perfecto amor del Padre:

Yo les he dado a conocer Tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos y Yo en ellos” (Juan 17:26).

Durante Su ministerio terrenal, Jesús obedeció gozosa y perfectamente la voluntad del Padre:

Yo te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que hiciera” (Juan 17:4).


Jesús caminó en el temor del Señor: reverenciaba al Padre, lo conocía perfectamente y se sometía a Su voluntad.


A la luz del ejemplo de Cristo, podríamos considerar esta definición:

El temor del Señor es una reverencia santa hacia Dios que fluye de una comprensión correcta de quién es Él y que resulta en sumisión a Su voluntad.


Veamos tres aspectos importantes de esta definición:


  1. Reverencia

Hebreos 5:7 dice:

Cristo, en los días de Su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarlo de la muerte, fue oído a causa de Su temor reverente”.


Temer a Dios es tener un asombro reverente hacia Él. Este temor va más allá del simple respeto, pero no llega a ser terror. Es reverencia hacia el Rey de reyes y Señor de señores, ante quien los ángeles se postran y los arcángeles cubren sus rostros.


  1. Comprensión correcta

Para reverenciar a Dios correctamente, debemos conocerlo. Michael Reeves define el temor del Señor como “la respuesta adecuada a la revelación completa de Dios de sí mismo en toda Su gracia y gloria”.


Temer a Dios implica tener conciencia tanto de Su santidad absoluta —que debería llevarnos al juicio— como de Su gracia infinita en Cristo —que nos lleva a la salvación—. En unión con Cristo, los creyentes comparten la íntima comunión entre el Hijo y el Padre.


  1. Sumisión

Reconocer la gracia y la gloria de Dios nos lleva a presentarnos ante Él como sacrificios vivos. Es interesante que en las Escrituras el temor del Señor esté frecuentemente ligado al servicio al Señor. Nehemías pidió a Dios que escuchara “la oración de Tus siervos, que se deleitan en temer Tu nombre” (Nehemías 1:11). De igual manera, David exhorta a los reyes de la tierra:

Adoren al Señor con reverencia,

Y alégrense con temblor” (Salmo 2:11).


El temor piadoso del Señor viene acompañado de deleite, gozo y sumisión voluntaria.


Ilustrando el temor del Señor para los aconsejados

Una ilustración útil sobre el temor del Señor proviene de El león, la bruja y el ropero de C. S. Lewis. En esta novela, cuatro niños entran en el mundo encantado de Narnia y pronto llegan a la casa del Sr. y la Sra. Castor. Ellos hablan con esperanza acerca de Aslan, una figura que representa a Cristo. Cuando los niños se enteran de que Aslan es un león, preguntan si es seguro conocerlo. El Sr. Castor responde:

“¿Seguro? ¿Quién dijo algo sobre que fuera seguro? ¡Claro que no es seguro! Pero es bueno. Él es el Rey, les digo.”


En Narnia, Aslan reina como Señor soberano y Rey bueno y misericordioso. No es un gatito domesticado, ni un tirano violento. Pedro, el mayor de los niños, responde correctamente cuando dice:

“Muero por verlo… aunque me asuste cuando llegue el momento”.


Así como Pedro, una comprensión adecuada de Dios nos lleva a un temor reverente y, al mismo tiempo, a un deseo profundo de conocerlo. Al afirmar tanto la santidad absoluta de Dios como Su bondad en la salvación, comenzamos a entender lo que significa temerle.


Aplicando el temor del Señor para los aconsejados

Además de definir e ilustrar el temor del Señor, podemos animar a nuestros aconsejados a crecer en su comprensión del carácter de Dios a través de tareas útiles.

Una tarea clásica en consejería bíblica es estudiar los atributos de Dios. El aconsejado puede concentrarse en un atributo por semana, investigando las Escrituras y memorizando pasajes sobre Su fidelidad, amor, justicia, etc.


También se pueden utilizar buenos sermones centrados en un atributo específico como tarea. Pide al aconsejado que escuche el mensaje, tome notas y las lleve a la próxima sesión. Libros como La santidad de Dios de R. C. Sproul o El Evangelio en miniatura de Milton Vincent son lecturas recomendadas que ayudan a profundizar en el conocimiento del carácter de Dios.


Por último, pedir al aconsejado que escriba 25 o 50 formas en las que ha visto la soberanía, fidelidad u otro atributo de Dios en su vida puede ayudarlo a reflexionar en Su gracia y gloria.


Conclusión

Como consejeros, deseamos caminar de manera coherente con el consejo que damos. Al señalar a otros hacia el temor del Señor, también debemos crecer en esa área. Nuestro temor de Dios —o la falta de él— impactará profundamente nuestro ministerio de consejería.


El temor de Dios nos mantendrá centrados en Su revelación y no en nuestras opiniones, reconociendo que solo Dios es sabio. Nos impedirá minimizar la presencia del pecado en nosotros y en otros, porque Dios es santo, justo y recto. Nos empujará más allá de simplemente “detectar pecados” y nos llevará de regreso a Cristo, quien derrama sobre todos los que se acercan a Él las riquezas infinitas de Su gracia:

Porque no hay distinción entre judío y griego, pues el mismo Señor es Señor de todos, abundando en riquezas para todos los que Lo invocan; porque: Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo” (Romanos 10:12–13).


Acerca del Autor

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Kyle Gangel es el pastor de predicación en Southern Hills Bible Church en Custer, Dakota del Sur, y consejero bíblico certificado por ACBC.

Traducción de: Natalia Guerrero

 
 
 
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