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Razones para No Cansarse de La Consejería

  • Foto del escritor: CCB
    CCB
  • 17 sept
  • 5 Min. de lectura

¿Cómo llevamos las cargas los unos de los otros, mientras mantenemos firme la esperanza en Cristo?


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¿Cómo puede un seguidor de Cristo aconsejar y no fatigarse?


Cuando comencé como consejera bíblica, una amiga me advirtió que me cansaría después de cada sesión de consejería. Esta amiga tenía más de una década de experiencia como paciente de sesiones de terapia secular. Como consejera bíblica, a menudo me preguntan: “¿Te cansas después de escuchar una sesión de consejería?” Con una sonrisa, siempre respondo: “No.” Aconsejar a otros con la ayuda de la Palabra de Dios no me fatiga. A veces me pregunto si alguna vez lo hará. Supongo que esta experiencia tiene que ver con la perspectiva.


Mis objetivos principales en la consejería son enseñar a otros a adorar a Dios con sus vidas, ayudarles a ver lo que dice la Palabra de Dios sobre sus problemas, y enseñarles a aplicar la Escritura en su vida de manera práctica. Ayudaré a mis aconsejados a entender cómo hacer esto, pero, en última instancia, mi objetivo no es ser “la consejera de tal o cual persona”. Más bien, quiero que maduren en su caminar cristiano confiando en el Consejero Maravilloso, leyendo la Biblia, conectándose con su comunidad de iglesia y practicando la oración en tiempos de dificultad. Cualquier consejo que dé no debe contener de mí, sino todo de Jesús. Les digo a mis aconsejados: “No quiero que vengas a escuchar lo que yo diré, quiero que estés expectante de lo que Dios dice en Su Palabra.” La dependencia del Señor ahuyenta el cansancio en la consejería.


¿Qué hago con los problemas que otros comparten?


Podría parecer amoroso querer sentir todo el peso de los problemas de otra persona. El apóstol Pablo nos dice que llevemos las cargas los unos de los otros, ¿verdad? (Gálatas 6:2) ¿Significa eso que debo sentir todas las mismas emociones que la persona frente a mí siente? No necesariamente. La compasión y la simpatía tienen su lugar, pero el objetivo final de un seguidor de Cristo no es enfocarse en esos problemas y emociones. Después de todo, Jesús dijo: “En el mundo tendrán aflicción”, pero luego continúa, “Pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33).


La idea aquí es que Jesús reconoce que la vida tiene problemas. Pero en, alrededor y a través de esos problemas, Jesús los ha vencido en nuestro lugar. Déjalo penetrar en tu corazón: en la dificultad, Jesús sigue teniendo control. Dios sigue siendo soberano sobre todas las cosas. Como consejera, puedes reconocer los problemas de las personas y luego darles esperanza. Esta esperanza es eterna porque Jesús ha vencido al mundo y todos los problemas que contiene.


La esperanza bíblica comunica que Jesús está cerca, que Él comprende, que Él nos ama igual ayer y hoy, y que Él tiene el control. Al aconsejar a otros, recordemos que reconocemos y explicamos que sus problemas son, en última instancia, el efecto del pecado, ya sea de ellos o del pecado que les afecta por otros, porque vivimos en un mundo caído. Como consejeros, no permanecemos en sus problemas, sino que apuntamos a la esperanza de que Jesús ha vencido los suyos y que, un día, también experimentarán alivio completo.


Si quiero que mi aconsejado se enfoque en la esperanza, eso también significa que, como consejera, necesito enfocar mi enseñanza en la esperanza eterna del control de Dios sobre todas las cosas. Esto me da paz y consuelo como consejera. Luego puedo llevar los problemas de mi aconsejado en oración semanal, colocándolos en el trono de Jesús, quien tiene control de todo. Entonces espero y veo cómo Dios responde esas oraciones.


¿Cómo tenemos esperanza mientras esperamos el cambio?


Cuando esperamos algo bueno, lo anticipamos con esperanza. Piensa en cómo aplicamos esto en la vida: unas próximas vacaciones, un nuevo trabajo, un recital musical o un evento deportivo. ¡Cuánto más debemos anticipar con esperanza que Dios, que es soberano y cuida de Su pueblo, tiene buenos planes para ese aconsejado!

Si vamos a enseñar a otros a tener esperanza en sus problemas, primero necesitamos mostrarles nuestra esperanza de que Dios está haciendo algo bueno.


Primero, abordemos la creencia de que Dios tiene buenos propósitos para tu aconsejado. Lo bueno puede no verse siempre como queremos. ¿Significa eso que Dios no es fiel? No. Esto significa que en la dificultad, incluso si el problema es constante, Dios está obrando Su voluntad, que es mejor que la nuestra. Un aspecto de la voluntad de Dios en el que confío en la consejería es que Él continuará santificando a un cristiano (1 Tesalonicenses 5:23). Así que, incluso si el dolor no cesa, nos enfocaremos en la santidad del aconsejado, que es para su bien. Romanos 8:28 dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, a los que conforme a su propósito son llamados”.


En cuanto a los aconsejados que no son seguidores de Cristo y que experimentan dolor y dificultades, lo bueno para ellos es escuchar el evangelio de Jesucristo a través de las sesiones de consejería. La buena noticia es que Cristo ha vencido al mundo. Necesitan escucharlo. Como su consejera, ora para que Dios te use para mostrarles que no tienen que vivir bajo el yugo de esclavitud del pecado (Gálatas 5:1), sino que pueden aprender de Jesús y tener descanso al tomar Su yugo (Mateo 11:28-30).


¿Cómo anticipamos prácticamente la esperanza de cambio? He encontrado útil siempre dejarle saber a mi aconsejado que no puedo solucionar su problema, pero que conozco al Dios que sí puede. En las sesiones, trabajamos para poner plena confianza y dependencia en Dios abriendo Su Palabra y leyendo la misma respiración de Dios. La Palabra, que es útil para enseñar, corregir, reprender y entrenar en justicia (2 Timoteo 3:16), siempre estará llena de esperanza porque es verdadera y confiable. Al aconsejar a través de la Palabra de Dios, busca promesas que Dios tiene para Su pueblo y reconoce los atributos de Dios. Enseña que la voluntad de Dios es mejor que cualquier plan que podamos tener cuando se trata de nuestro bien y de parecernos más a Él en nuestra santificación.


Conclusión


Como consejera, continúa siendo fiel a Dios y al ministerio que Él te ha dado, ministrando la Palabra y orando por tu aconsejado durante la semana. Semana tras semana, al reunirte con tu aconsejado, participa en la alegría de que Dios está haciendo algo bueno. Es un privilegio observar la transformación de un aconsejado frente a ti y luego recordarle cómo lo has visto cambiar a lo largo de las semanas.


¿Quién es el Consejero Maravilloso? Es Cristo. Así que, coloca cualquier preocupación de tus sesiones de consejería en Él. No te canses de hacer el bien porque Él será quien finalmente cambiará el corazón y comportamiento del aconsejado, y Él seguirá siendo fiel para completar la obra de santificación en ellos. Esfuércemonos en no dar de nosotros mismos en la consejería de una manera que nos agote, sino más bien dar más de quién es Dios, lo cual es mucho mejor que cualquier cosa que podamos idear.


Acerca del Autor

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Laura Shields es esposa, madre, Directora de Ministerios de Mujeres en California y Consejera Bíblica Certificada ACBC.

Traducción de: Rosa Sara

 
 
 

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