Es una verdad simple que nosotros nos enfrentamos a un gran número de cosas que producen miedo. Habitamos en una creación que se defiende – una lucha que se expresa en depredadores carnívoros, furia ciclónica, y puentes que se colapsan. Es posible que quizás yo no llegue a terminar de escribir este artículo y si tú estás leyendo esto, es completamente posible que no llegues a terminar de leerlo. Después de todo, 500,000 personas al año mueren de un aneurisma en el cerebro.
El temor a la muerte no es un término irracional, la muerte es ajena a la raza humana, y como cualquier señor opresivo, lleva consigo el miedo a la confrontación. Como los viajeros moviéndose a través de la seguridad, tendemos a mirar hacia abajo y a vacilar cuando somos forzados a confrontar el pensamiento de la muerte.
Para el cristiano, la muerte no es para morir. De hecho, La muerte da comienzo a la vida que siempre hemos anhelado.
1 Pedro 3:6 ha sido por mucho tiempo, para mí, un verso favorito acerca de la muerte. Me encanta este verso, porque captura bien nuestra experiencia humana de vivir en un mundo lleno de circunstancias que provocan miedo. Pedro está urgiendo a las mujeres a confiar en Dios mientras se someten a esposos faltos de sabiduría o impíos. Al final de su instrucción, él les dice que “hagan el bien y que no estén amedrantadas por ningún temor” (LBA). Mientras que está hablando en un contexto de un matrimonio marcado por el pecado, sus palabras son igualmente aplicables a los otros enclaves marcados por el pecado en los que habitamos. Pedro no niega que hay mucho por lo que estar asustado. Mientras escribe este versículo, él es el único apóstol que sabe que tiene una fecha próxima a la crucifixión. Él le escribe a las personas que van a “sufrir por causa de la justicia” (3:14) y a enfrentar el “fuego de prueba” (4:12), hay mucho que temer.
Entonces, ¿cuál es la diferencia entre el “temor” y las cosas que producen terror? Algo que produce “terror” por definición envuelve alarma. Es algo que causa ansiedad, preocupación y pavor. No es la clase de cosa a la que te quieres despertar y enfrentar. El “temor” evoca el concepto de control. La CBS lo traduce “hagan el bien y no teman ninguna intimidación,” no tengas temor de esas cosas que pueden empujarte y hacerte daño. Mientras que el terror describe la situación, el temor habla de nuestra respuesta.
Vemos a nuestro Salvador quien es Señor sobre la muerte. Él nos ha dicho que la muerte no nos va a lastimar y Él ha muerto y resucitado, demostrando que así es.
El prospecto de la muerte es aterrador. Es algo que no hemos hecho antes y es algo que no se puede deshacer. De las muchas maneras en las cuales morir, muchas de ellas son muy dolorosas. Morirse puede ser de hecho muy aterrador. Sin embargo, esto no es lo mismo que temer a la muerte. Nuestro Redentor experimentó un gran pavor al prospecto de la muerte. Si bien a menudo nos enfocamos en los aspectos espirituales-redentores de Jesús que soportan la ira, la copa ciertamente involucró la experiencia física de morir una muerte verdaderamente horrible.
El Himno de César Malan’s 1832 “No es la muerte para morir” captura con gran sentimiento la verdad eternal que rodea nuestras muertes:
No es la muerte para morir, abandonar este cansado camino, y en medio de la hermandad en lo alto estar en casa con Dios.
No está la muerte muy cerca el ojo opacado por las lágrimas, y despertar en glorioso reposo para pasar los años eternos.
Para el cristiano, la muerte no es para morir. De hecho, La muerte da comienzo a la vida que siempre hemos anhelado. 1 Corintios 15 establece, en gran detalle que para los cristianos. Toda la diferencia entre la vida en la tierra y la vida por venir, resulta para nuestro bien a causa de Cristo. Nuestro cuerpo que se está desgastando y nos causa dolor va a ser revestido de inmortalidad y será levantado en gloria y poder. No hay aguijón para la muerte porque Cristo ha ganado la victoria para nosotros por sobre todo lo que nos pueda dañar.
Como cualquier otra incógnita, el eje de nuestra constancia ante la perspectiva de la muerte es la fe. ¿Cómo es que no tenemos miedo a lo que es horroroso? Vemos a nuestro Salvador quien es Señor sobre la muerte. Él nos ha dicho que la muerte no nos va a lastimar y Él ha muerto y resucitado, demostrando que así es. No lo hemos visto pero se nos ha dicho acerca de su triunfo, y benditos aquellos que creyeron sin haber visto (Juan 20:29). La perspectiva de la muerte prueba nuestra fe. Como todas las pruebas de fe, no es sorprendente si nosotros fallamos algunas veces. “Señor yo creo, ayuda a mi incredulidad” no es un clamor de una sola vez en nuestros labios.
Para todo cristiano, la muerte es un camino que debemos tomar, pero es el camino a encontrarnos con nuestro mejor amigo.
Para hacerlo corto, el temor a la muerte es un conflicto entre nuestra perspectiva de Cristo y los temores naturales que emanan de nuestro corazón. ¿Vamos a temer lo que es horroroso? Cuanto más fuerte sea nuestra visión de Cristo, entre más intrincadamente su amor por nosotros y nuestro amor por Él, se envuelvan alrededor de las alegrías y las tristezas cotidianas, menor será nuestro temor a la muerte. Para todo cristiano, la muerte es un camino que debemos tomar, pero es el camino a encontrarnos con nuestro mejor amigo.
Preguntas de Reflexión
¿Por qué cosa específica acerca de la muerte se encuentran tú o tus aconsejados ansiosos? ¿Esos particulares te causan temor? ¿Qué verdades bíblicas le ha revelado Dios para hablarle a esos temores?
Nate Brooks se desempeña como Coordinador del Programa de Consejería Cristiana en el Seminario Teológico Reformado de Charlotte. Él aconseja y enseña en la Iglesia Bautista Oakhurst en Charlotte, Carolina del Norte, donde vive con su esposa e hijos.
Traducido por: Martha Velazquez
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