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Esperanza para matrimonios en problemas


A veces las parejas al entrar a la consejería matrimonial ya se sienten derrotados. Años, o incluso décadas de falta de comunicación marital, discordia y decepción han pasado la factura. ¿Cómo podemos infundir esperanza a las parejas que ya no la tienen?


La consejería comienza con la sensación de que este es el último intento que tienen de arreglar el matrimonio. Han leído libros sobre matrimonio, asistido a retiros, y tal vez han hecho intentos previos de consejería matrimonial. Cada intervención tuvo un efecto positivo durante un tiempo, pero volvieron a los viejos hábitos. Son críticos entre sí y defensivos con respecto a sí mismos, pero también están afanados y desalentados. ¿Qué si sus patrones de pecado están profundamente arraigados como para cambiar? ¿Y si las consecuencias del pecado son demasiado abrumadoras como para detenerlas? ¿Qué pasa si Dios ya ha renunciado a ellos, y este es el matrimonio que tendrán para el resto de sus días?


Un Paseo por el Salmo 106

Tal vez el Salmo 106 no sea una elección obvia para tales situaciones, porque comienza con una efusión de alabanza y acción de gracias al Señor. Tampoco es probable que las parejas desalentadas y alejadas se consideren a sí mismas como quienes "practican la justicia" (v.3). Pero las primeras palabras de alabanza son rápidamente seguidas por una petición personal de ayuda: "Acuérdate de mí, Señor, cuando le muestres favor a tu pueblo; acércate y rescátame."(v.4).


Siguiendo esta súplica hay una lista de los pecados del pueblo de Dios desde el Éxodo hasta el cautiverio babilónico. Es una lectura devastadora del fracaso de aquellos que conocían al Señor y habían presenciado su poder, bondad y provisión en innumerables circunstancias y caminos. Aquí podemos ir más despacio y ayudar a los aconsejados a determinar si se ven en cualquiera de los pecados de Israel:

  • Falta de fe en el cuidado y provisión de Dios (v. 7-12) - ¿Cómo se han olvidado de la amorosa bondad de Dios demostrada al cuidar de ellos?

  • Descontento y queja (v. 13-15) - ¿Dónde han sido tentados a ignorar las evidencias de su gracia y enfocarse sólo en lo que no tienen pero creen que necesitan?

  • Celos (v. 16-18) - ¿Se han despertado los celos el uno al otro, o son celosos de los demás que tienen los matrimonios que desean?

  • Idolatría (v. 19-23) - ¿Han puesto sus deseos en cosas como consuelo, seguridad, placer, realización, o aprobación, en lugar de la adoración al Señor y el amor el uno por el otro?

  • Rebelión (v. 24-27, 43) - ¿En qué áreas no están dispuestos a morir a sí mismos y a seguir los mandamientos del Señor?

  • Provocación (v. 28-33) - ¿Su conducta los ha provocado mutuamente y al Señor?

  • Mundanalidad (v. 34-42) - ¿Se caracterizan sus vidas por lo mundano en lugar de aumentar su crecimiento en semejanza con Cristo?


Mirando este catálogo de pecados, las parejas deben identificar por lo menos un área de fracaso que comparten con los israelitas, lo que proporciona un punto de conexión con este salmo. Es, sin duda, una historia vergonzosa que, cuando se cuenta por sí sola, no inspira mucha esperanza.


Encontrar esperanza

El giro hacia la esperanza viene en los versículos 44 y 45: "Sin embargo, Él miraba cuando estaban en angustia, y oía su clamor; se acordaba de su pacto con ellos y se compadecía conforme a la muchedumbre de su misericordia."


Esa palabra inesperada - "sin embargo" - significa que la misericordia y bondad de Dios no dependen de nuestra dignidad. Nuestra esperanza no está enraizada en nuestra historia de buenas decisiones o nuestra propia capacidad de cambio. Nuestra esperanza siempre está enraizada en el amor firme del Señor. El Señor…“hizo asimismo que tuvieran de ellos misericordia todos los que los tenían cautivos.”(v.46) y finalmente fueron liberados de su cautiverio.


¡Cuánto más ha hecho Dios por nosotros en Cristo! A causa de la vida, muerte y resurrección de Cristo, "…estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu…" (Romanos 7:6). Es Cristo quien ha tomado nuestro registro de pecados y ha promulgado el intercambio insondable por el cual ahora tenemos su registro de justicia (Fil. 3:9). Es Él quien ofrece "la esperanza puesta en el cielo" (Colosenses 1:5), y nos capacita para estar " …llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad; con gozo dando gracias al Padre…"(Colosenses 1:9-12).


Debido a nuestra unión con Cristo, tenemos esperanza para la gracia y el cambio. Dios siempre está trabajando en sus hijos, moldeándolos y formándolos a la imagen de su Hijo. Circunstancias que una vez parecían intolerables o intratables pueden convertirse en los medios de bienvenida por medio de los cuales crecemos en la fe, la obediencia y la santidad.


Así que nosotros llevamos a nuestros aconsejados a pedirle al Señor la ayuda que sólo Él puede proveer, "Sálvanos, Jehová, Dios nuestro" (Salmo 106:47) y le ofrecemos la alabanza debida a Su nombre, "¡Bendito Jehová, Dios de Israel, desde la eternidad y hasta la eternidad! Diga todo el pueblo: «¡Amén!» «¡Aleluya!»"(v.48).


Preguntas para la reflexión

¿De qué maneras has ayudado a tus aconsejados a mirar las riquezas de la gracia de Dios en lugar de sus propios recursos? ¿Qué Escrituras inculcan esperanza y les recuerdan la profundidad de la misericordia de Dios hacia nosotros, en Cristo?

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