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La Gloria de Cristo: Nuestro Enfoque Principal como Consejeros (Parte 2)


La Gloria de Dios es Preparar los corazones.

Pablo, refiriéndose a la gracia de Dios, le recordó a Tito: “…enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:12). La gracia de Dios es plan de Dios. Está siendo derramada sobre los Santos, con el propósito de continuar en la obra de transformación. Pablo NO nos da una esperanza de cambio que pudiera describirse “dulcemente y poco a poco”; él señala enfáticamente “este siglo” queriendo decir ¡AHORA!


Para la persona abrumada por la obscuridad del pecado crónico: esta verdad es como el punto más importante. No importando lo vívido e intenso que sea el pecado o la tentación. La gracia de Dios se compromete a erradicar y destruir su influencia para que los hijos de Dios, muestren vidas piadosas para SU Gloria. Sin importar la apremiante tentación, la gracia de Dios la supera infinitamente, tanto en poder como en alcance.


Una Verdad Radical para Aconsejados Agotados: “Mi corazón aún desea. Mi espíritu sigue temeroso. Anhelo manipular y controlar. Sin embargo, como un redimido de Cristo, con gracia he sido empujado hacia un proceso en donde tal maldad está ahora en proceso de deshacerse. Esto es verdad a pesar de mí, mi Salvador lo lograra de cualquier modo! ¡Enséñame con tu Palabra, y humíllame con tu Espíritu!”


Jesús: Nuestra Esperanza Bendita


Aconsejar puede convertirse con frecuencia, en un “sobre-enfoque” del mismo problema, y puede hacer que la gloriosa realidad se ignore. Frecuentemente le pregunto a los aconsejados: ¿Por qué quieres superar este asunto? Y recibo respuestas como estas: “Quiero mejores amistades”; (en el caso de alguien que viene con una etiqueta del psiquiatra que dice: Desorden Limítrofe de Personalidad). “No quiero estar tan enojado con mis hijos” (en el caso de un diagnosticado con Desorden de Estrés post-traumático), o, “No quiero regresar a la cárcel o avergonzar a mi familia” (en el caso de un hombre etiquetado como pedófilo).


Mientras que todas estas respuestas garantizan mi atención, básicamente se quedarán cortas frente al “Enfoque Principal”. Una persona que trate de enlazar el proceso de transformación con esta visión miope, terminará sintiéndose como el siguiente lamento en la Biblia: “…miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.” (Eclesiastés 1:14).


Cuando Pablo discutía la santidad, la transformación, y la vida piadosa; lo hizo con un corazón grande y que se anticipaba. Esta realidad de cambio(o la batalla hacia tal cambio) descansaba en una realidad más grande: la venida de Jesucristo, el momento cuando el Novio se reúna con su Esposa, y todo lo que está mal sea hecho perfectamente correcto.


Una verdad radical para consejeros agotados: “Mi cambio debe ser más que una mejora personal. Mi deseo de ser diferente debe apoyarse en algo más eterno que solo el confort o lo conveniente. Todo esfuerzo que yo haga para combatir los pecados de mi corazón, DEBEN surgir de mi amor hacia Jesús y el llamado que Él ha puesto en mí, para amar a los demás. El cambio se enfoca en que yo me convierta en una criatura que no solo habita en el amor de Dios, pero cuyo propósito es extender tal amor a los demás que están a mi alrededor. ¡Hazlo de tal manera Padre, que yo pueda darte la gloria a TI!”


Jesús: El Enfoque Principal

¡El factor de decisión crítico (el enfoque principal) para una persona que está inmersa en patrones obscuros de pecado es Jesucristo! Pablo, en la Biblia proclama sobre Jesús: “quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.” (Tito 2:14).


Esta realidad debe afianzar cada palabra de consejo que damos, y todo método que recomendemos. Jesucristo ya ha redimido a todo aquel que deposita su fe en Él, y Él está fielmente comprometido a desencadenar su gracia en la vida de tal persona. El objetivo es que él o ella no solo se acerquen a Jesús por obediencia; sino que sus pasiones en la vida, se reorienten por completo en cosas completamente nuevas.


Una verdad radical para consejeros agotados: “Le pertenezco a aquel que dio su vida no solo para librarme del pecado, sino para transformar completamente mi personalidad. Mientras que mi compromiso con su bondad y gloria, puede flaquear, SU compromiso con estas cosas nunca será conmovido. Yo puedo confiadamente decir como Pablo dijo: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. (Romanos 8:31).”


Recordando el ¨Enfoque Principal¨

Cuando me acerco a aquellos cuyas vidas están en caos, confusión o lo que parecen ser asuntos y patrones que no cambian; con frecuencia debo recordar el enfoque principal. El destino de mis aconsejados, no depende de mis habilidades o sabiduría, ni reside en las personas a las que sirvo. En lugar de ello, la esperanza de cambio, básicamente se apoya en un Dios fiel cuya pasión para transformar los corazones excede a la mía propia. Puedo descansar en SUS palabras, cuando caminaba entre los quebrantados de este mundo.


Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. (Juan 6:37-40).


Pueda yo confiar en su fidelidad, y promover tal creencia, sobre quienes yo sirvo.


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