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Mostrando el amor de Cristo cuando la carga es el aborto


Cuando alguien te busca para pedir ayuda, invertir tiempo en conocer a la persona y su situación antes de ofrecer consejo es una decisión sabia y dirigida por Dios. ¿Cuáles son sus circunstancias? ¿Cuál es el contexto de estas circunstancias? ¿Qué cree la persona acerca de sus circunstancias? ¿Cómo está respondiendo?


Cuando una mujer busca ayuda porque ha tenido un aborto, hay información que ya sabes porque estás un paso adelantado en tu relación de consejería. Sin embargo, Proverbios 18:13 nos advierte, “Precipitarse a responder antes de escuchar los hechos es a la vez necio y vergonzoso”, y hacemos bien al tomar en cuenta esta advertencia.


¿Qué sabemos de antemano?

Ella está sufriendo. Está cargando un pecado irreversible y sin retribución. En algún momento de su pasado, dejó de obedecer el sexto mandamiento,… literalmente. Este no es el tipo de desobediencia que surge del mandamiento “todo aquel que odia a su hermano…”, sino que es una decisión consciente que ella tomó para terminar la vida de su hijo, quién aún no había nacido. El peso de esta realidad tiene el potencial real para triturar el espíritu de una mujer. La mejor ayuda que le puedes brindar, si ella la pide, es proceder con compasión, estando consciente del peso que ya está cargando.


Es probable que cuando escogió el aborto, no comprendía completamente el significado de su decisión. La sociedad secular la ha animado a ver “eso” como una masa de tejido que carece de sentimientos. Además, la sociedad anima a las mujeres a esconder su decisión de abortar bajo la capa de la privacidad… “si nadie se entera, no habrá impacto alguno”. El hecho que ahora está sufriendo y buscando ayuda indica que ella ha llegado a la conclusión que “eso” era un niño indefenso que sí tenía sentimientos y que experimentó por completo la muerte. Aún si nunca le dijo a nadie, alguien sí supo. Era su responsabilidad proteger y nutrir a la vida que se perdió, y ella fracasó. Si ahora está buscando ayuda, es porque estas verdades seguramente la están torturando.


¿Qué piensas acerca de su pecado?

A pesar de que vayamos un paso adelante, la sabiduría de Proverbios 18:13 tiene un significado particular en este caso. La consejería bíblica debe siempre ser dirigida por el Espíritu Santo, pero cuando nos sentamos a escuchar a una mujer que acaba de pasar por un aborto, tenemos un poder profundo ya sea para levantarla o para derribarla, así que lo mejor es proceder con la mayor prudencia posible. Santiago compara el poder de la lengua con una chispa que puede incendiar todo un bosque (3:5-6); Proverbios nos dice que la lengua puede traer vida o muerte (18:21).


¿La juzgas? ¿Crees que su pecado es final? ¿Es este el lente por medio del cual la ves? Wayne Grudem ofrece un resumen conciso de cómo debemos pensar en todo tipo de pecado, incluyendo el de ella: “En términos de nuestro estado legal ante Dios, cualquier pecado, aún el que parezca el más pequeño, nos hace legalmente culpables ante Dios y por lo tanto merecedores de un castigo eterno.”[1] Así que en este asunto, tú y ella son más similares que diferentes.


“Pues el que obedece todas las leyes de Dios menos una es tan culpable como el que las desobedece todas.” (Santiago 2:10).


Habiendo dicho esto, existe una legitimidad a la carga que ella siente. Grudem después trata la realidad de algunos pecados que son más serios que otros “en que tienen consecuencias más dañinas en nuestras vidas que en las vidas de los demás, y en cuanto a nuestra relación personal con Dios como Padre, surge en Él un disgusto peor y una interrupción más seria a nuestro compañerismo con Él.”[2] Esta gradación está basada en el conocimiento del ofensor, su desobediencia deliberada y el impacto que tiene su pecado en los demás (ver Lev. 4:2, 13, 22; Mat. 23:23; Santiago 3:1). Tu consejo debe reconocer lo significante de su pecado, porque está directamente conectado al peso de la carga. Al mismo tiempo, tienes la oportunidad de extenderle la hermosa verdad de la gracia de Dios, la cual es dada gratuitamente.


¿Qué crees acerca del evangelio?

¿Sabes, o sea crees realmente, que la gracia de Dios es suficiente para cubrir todo pecado? Tal vez en tu mente ya la marcaste como alguien imperdonable, al igual que hicieron los fariseos en Juan 8 con la mujer que encontraron en adulterio. Toma un momento para examinar tu corazón honestamente ante el Señor en este asunto. Además considera, ¿hablas acerca de ciertos pecadores con desprecio? ¿Consideras a esta mujer parte de este grupo? ¿Te das cuenta que ella tiene una mayor posibilidad de amar a Jesús por la grandeza del perdón que le ha mostrado?


¡Esta es la buena nueva del evangelio! En 1 Timoteo 1:15 el apóstol Pablo declara, “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores…” ¿Conoces el resto del versículo? “… de los cuales yo soy el peor de todos. Creo que una de las cosas que hizo que Pablo fuera un consejero tan efectivo es que él sabía cómo se encontraba: en la misma necesidad desesperada que tenían las personas a las que él servía.


Las mujeres que han tenido un aborto a menudo creen la mentira que este pecado no tiene perdón. Si tu llegas a tener el privilegio de sentarte a escuchar a una mujer que ha elegido terminar la vida de su bebé desde el vientre, la servirás mejor al dejar que Dios tenga la oportunidad de preparar tu corazón primero para asegurar que tus actitudes y palabras no añadan a las mentiras que ya está ella creyendo. Tendrás la oportunidad de animar su corazón decaído gentil y pacientemente (Rm. 8:1; Sal. 103). Le puedes ayudar a descubrir que todo y cualquier pecado nos hace culpables, y sólo la preciosa sangre de Jesús, como cordero sin mancha ni defecto, fue entregado para el rescate de todos, incluyéndola a ella (1 Pe. 1:18-19; Rm. 8:1).


Pregunta para la reflexión

Cuando alguien confía en ti con lo más delicado de su vida, ¿está tu corazón preparado para tratarlo con cuidado?


[1] Wayne Grudem, Systematic Theology: An Introduction to Biblical Doctrine (Leicester, England: Inter-Varsity Press, Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 2004), 501.

[2] Ibid., 502.


Betty-Anne Van Rees (MABC) tiene una pasión por ver a la iglesia en Canadá convencida y equipada para cuidar las almas a través de la Palabra viva (tanto Encarnada como inspirada). Betty-Anne sirve en la mesa directiva del Centro de Consejería Bíblica (BCC, por sus siglas en inglés) y ha trabajado junto con un equipo de personas con la misma mentalidad para iniciar el BCC en Canadá.


Traducido por: Cristina Di Stefano

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