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Otra visión sobre la consejería cristiana


A mi entender la consejería es una labor de la Iglesia a ser desarrollada por todos los creyentes (Ga 6:2; Col 3:16; Ro 15:14), no por una elite profesional, dado que Cristo y su Espíritu son nuestros Consejeros (Is 9:6; Jn 14:16). La consejería cristiana es la aplicación de la verdad de Dios a la vida cotidiana. Es la consejería que llevó a cabo el Señor Jesucristo, el apóstol Pablo, los primeros cristianos, o los puritanos ingleses, quienes la llamaban "santificación progresiva", y cuya meta es el conformar nuestras vidas a la de Cristo (Col 1:28). Es la consejería que siempre ha desarrollado la Iglesia del Señor, y me cuesta creer que ahora, casi dos milenios después, y gracias a la contribución de ateos como Freud o Skinner, el pueblo de Dios haya de orientar vidas de una manera diferente. Las Escrituras siguen siendo infalibles, inspiradas, y suficientes para todas las cosas referentes a la vida y a la piedad (2 Ti 3:16; 2 P 1:3). Su desuso es nuestra vergüenza.


Las Escrituras siguen siendo infalibles, inspiradas, y suficientes para todas las cosas referentes a la vida y a la piedad. Su desuso es nuestra vergüenza.

La psicología, como ciencia que estudia la conducta, ha logrado describir de forma brillante cómo nos comportamos: fases de la depresión, etapas en el desarrollo infantil, dinámica de las relaciones familiares… pero es del todo incapaz de definir el porqué de lo que observa y más aún de plantear soluciones duraderas, dado que ignora deliberadamente la naturaleza del pecado y del poder de Dios. Mi apreciación, tras cinco años de estudio, es que la psicología, en su intento terapéutico, no es más que el esfuerzo inútil del hombre por curar su propia alma. Todas las "psicologías" (como es más justo llamarlas dada su falta de unidad y acuerdo) pretenden dar alivio temporal con soluciones humanas, básicamente echando la culpa por los pecados personales al "inconsciente", a una supuesta "enfermedad" mental o emocional, a los "trastornos" de la infancia o a los "estímulos negativos" del entorno.


La psicología, en su intento terapéutico, no es más que el esfuerzo inútil del hombre por curar su propia alma.

Mi crítica, por tanto, es de lo más elemental: ¿Para qué necesita la fe cristiana tales planteamientos? ¿No será la psicología más bien la que necesite de ayuda? Y en cuanto a la psicología cristiana, ¿cómo se puede ayudar de verdad sin hablar de Cristo? ¿Acaso puede una consejería ser realmente cristiana si Cristo, el Espíritu Santo, la Palabra de Dios, la oración, el pecado y el cambio bíblico no están presentes? No hablar de Cristo es ser esencialmente humanista. No hablar del Evangelio supone creer que el hombre puede mejorar, crecer, madurar y resolver sus conflictos usando sus "recursos interiores", sin la gracia y la misericordia de Dios, ignorando que sin Dios estamos muertos en nuestros delitos y pecados (Sal 53:3; Ef 2:1; Jn 15:5).


Mi perspectiva de la contribución de la psicología a la Obra de Dios, tristemente, es otra. Los cristianos de hoy, y en especial el liderazgo, tienen muy bien aprendido que ellos no saben y no pueden aconsejar, y que todo lo que pueden hacer por sus ovejas es "derivarlas". En los seminarios se imparte una "psicología pastoral" que enseña que para aconsejar uno ha de ser un experto en psicología, conduciendo después a muchos a la facultad de psicología en vez de a las Escrituras, y a otros a la frustración. La psicología, básicamente, ha contribuido a privarle a la Iglesia de un derecho, una responsabilidad y un privilegio que es parte de su misión y ministerio: aconsejar con la Palabra de Dios, con la Verdad (Mt 28:20).


En los seminarios se imparte una "psicología pastoral" que enseña que para aconsejar uno ha de ser un experto en psicología, conduciendo después a muchos a la facultad de psicología en vez de a las Escrituras, y a otros a la frustración.

No quisiera parecer simplista. Hay lugar para la técnica, la metodología, la formación rigurosa y el estudio serio. La Consejería Bíblica no es meramente lanzar versículos contra el aconsejado, sino acompañar al prójimo en su crecimiento espiritual conformando su vida a la de Cristo. No hay otra consejería que pueda llamarse cristiana. Nadie como Dios nos conoce, y el cristiano, como instrumento en las manos de Dios, puede reconfortar y exhortar a fin de cambiar vidas para la gloria de Dios.


Una clara antropología bíblica nos deja ver que nuestras dolencias, o son físicas, o son espirituales (o ambas cosas). El famoso "espíritu, alma y cuerpo" que cita el apóstol Pablo (1 Tes 5:23) responde a un deseo de describir la persona en todas sus dimensiones usando el lenguaje y pensamiento griegos, pero en ningún momento se trata de una doctrina bíblica. En otros pasajes el Señor no cita tres, sino cuatro diferentes áreas (Lucas 10:27), otros términos (como kardia, corazón) son usados indistintamente en lugar de espíritu (pneuma) o alma (psique) (Mat 5:8 y 1 P 1:22; 1 Cor 16:18 y Flm 7), y en general las Escrituras usan los términos "espíritu" y "alma" indistintamente (Ap 6:9; Ap 20:4; Lc 24:37-39; He 12:23).


La Consejería Bíblica no es meramente lanzar versículos contra el aconsejado, sino acompañar al prójimo en su crecimiento espiritual conformando su vida a la de Cristo.

No hay una tercera fuente de los problemas humanos que exija nuestra atención, sino que los problemas que no son físicos son del alma, y para ellos tenemos todo el consuelo, orientación, aliento y corrección que necesitamos en las Escrituras. Otro problema muy diferente es el desconocimiento que el pueblo de Dios tiene de Su Palabra… ¿cómo aplicaremos a nuestras vidas lo que no sabemos?


No concibo una forma más excelente de ayudar que llevando a los pies de Cristo, tanto al creyente como al incrédulo, para corregir su vida en conformidad a la voluntad de Dios.

No quiero alargarme más. Con esta publicación tan sólo quería exponer brevemente mi perspectiva sobre la consejería cristiana. La consejería, la cura de almas, es realmente cristiana cuando Cristo es el centro, no sólo de la vida del consejero, sino del consejo. No concibo una forma más excelente de ayudar que llevando a los pies de Cristo, tanto al creyente como al incrédulo, para corregir su vida en conformidad a la voluntad de Dios.


"… todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder…" 2 Pedro 1:3.


David Barceló es pastor de la Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona, España, desde sus inicios en el año 2005. Conferencista en varias ciudades de España y Latinoamérica. Felizmente casado con su esposa Elisabet, son padres de cuatro hijos, Moisés, Daniel, Elisabet y Abraham.

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