La primer palabra hablada de Adán que ha sido registrada en la Biblia es ¡Al fin! (Génesis 2:23 NTV). Y desde entonces, incontables novias y novios han despertado en el día de su boda con el mismo pensamiento: “¡Al fin! Hemos soñado con estar juntos, y hoy es el día”.
El matrimonio no es una etapa estática de nuestra vida. Como en un paseo en tren, va tomando su rumbo y velocidad, atraviesa por diferentes escenarios (paisajes) y tipos de clima. Habrá hermosas montañas de armonía así como tormentas que harán ver complicado e incierto el camino. Podrá haber también desiertos seguidos de pacíficos bosques. La etapa de la luna de miel es sólo uno de esos paisajes, un tiempo de deleite, donde el trabajo fuerte del matrimonio se vive fácil.
El camino de cada uno luce diferente. Si experimentas el brillo de la etapa de la luna de miel, ¡maravilloso!, ¡disfruta dicho regalo! Sin embargo, si la vida en matrimonio comienza para ti en el día 1, no te espantes. Todos empezarán dicha etapa, y de alguna manera tú ya llevas una ventaja. Una etapa larga de luna de miel no es garantía de un buen matrimonio; y una corta, tampoco es que sea un destello de la sombra de la fatalidad.
Durante un verano en California desarrollé el hábito de correr 5 millas diarias. Me gustaba levantarme temprano y empezar a correr a las 7am para evitar el clima caluroso del día. Buscas hacer el trabajo pesado cuando es más fácil. Los días de luna de miel son un tiempo de puro gozo, también es un tiempo de grandes cambios. Estos 2 elementos se combinan para establecer y practicar hábitos piadosos de una manera más fácil. No tienes que hacer el trabajo más complicado de eliminar malos hábitos para comenzar a construir buenos. Algunos de estos hábitos son exclusivos del matrimonio pero muchos otros no lo son. Todos son signos de piedad cuando buscamos vivir como cristianos con el cónyuge que Dios nos ha dado.
7 hábitos piadosos a desarrollar en los inicios del matrimonio
1. Hablarse con la verdad. Cuando estamos muy felices, podemos tender a defender dicha felicidad a toda costa. No queremos hacer o decir algo que pueda poner en peligro la armonía que se tiene con nuestro cónyuge. Sin embargo, la luna de miel es un periodo de grandes cambios. Están arrancando el proceso de mezclar dos vidas en una. No han pasado por eso antes y están tratando de fusionar a dos personas, las cuales son pecadoras por naturaleza. Sin duda, habrá problemas en muchas ocasiones.
Comunicar sus deseos y hablarse gentilmente con la verdad será crucial. Seguramente discreparán. A lo mejor, discuten. Está bien, necesitan aprender cómo entrar en desacuerdo y como argumentar correctamente. No hay tiempo como el presente para aprender. Asimismo, sé humilde cuando tu cónyuge saque cosas a relucir. Te ama y está ahí para ti (Efesios 4:30-32).
2. Da mucha, mucha, mucha gracia. Te has casado con un(a) pecador(a). Tú también eres igual de pecador(a) que tu pareja. Cuanto más cercano creces a alguien, con más claridad identificarás sus fallas. Empezarás a experimentar nuevas formas en las que las debilidades de tu cónyuge impactarán directamente tu vida, haciéndola más complicada. Sé cortés. Si hay pecado, arrepiéntete (Gálatas 6:1). Si hay preferencia, prefiere las cosas del otro (Filipenses 2:1-4). Recuerda que tu cónyuge está viendo nuevas cosas en ti también. Tendemos a acomodarnos en nuestras debilidades y a indignarnos con las debilidades de otros. Presta atención al consejo de Jesús en el Sermón del Monte: Primero quita el tronco de tu ojo; después verás lo suficientemente bien para ocuparte de la astilla en el ojo de tu amigo (Mateo 7:1-5).
3. No sientas miedo de pedir ayuda. La mayoría de las parejas a las que aconsejo comentan que sus problemas comienzan al inicio del matrimonio, algunas dicen que desde su primer noche juntos. Hubiera deseado que buscaran ayuda en vez de intentar hacerse los fuertes. ¿Cuántos años de alegría fueron sacrificados porque no fueron honestos con sus propios problemas? Deben resistir la presión a decir que todo está bien cuando en realidad no. Hay que ser humildes en reconocer la realidad, y pedir ayuda. Es tu primer matrimonio (o si ya lo habías estado, al menos es la primera vez que te casas con tu pareja). Encuentra un par de parejas con quienes quisieras mantener un espacio sano de conversación; quienes representen una referencia segura con quien puedas exponer tus situaciones cotidianas. No dejes que los tabúes y paradigmas culturales se interpongan en tu camino de construir un matrimonio sano (Proverbios 11:14).
4. Comunicarse respecto al sexo. Seamos honestos, son nuevos en la intimidad entre ustedes y probablemente no sean muy buenos en ello. Uno de los mejores consejos que mi esposa y yo hemos recibido durante nuestra consejería pre-matrimonial fue el de tener bajas expectativas respecto a nuestra noche de bodas. Como todo en esta vida, alcanzar una vida sexual plena requiere de práctica. Tú y tu esposo(a) crecerán juntos en esto. A pesar de que ambos ya cuenten con experiencias pasadas, esto es algo nuevo, sexo dentro de una relación de pacto matrimonial. Deben comunicarse entre ustedes; ¿qué te gusta?, ¿qué te disgusta?, y si están incómodos con algo, hay que expresarlo. Por encima de todo, busquen dirigir su vida sexual conforme a Filipenses 2:1-4: “Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes”.
5. Invierte en la comunidad de tu Iglesia. Casarte re-ordena el resto de tus otras relaciones. Si tú estabas muy involucrado, sirviendo en varios ministerios, tu servicio se verá impactado porque ahora también estás sirviendo a tu cónyuge. No es que tu nivel de servicio disminuya, sin embargo, tu servicio está dividido (1 Corintios 7:32-35). Serás menos flexible con tu agenda así que tendrás que hacerte más proactivo(a) en buscar comunidad.
6. Sé cuidadoso respecto a con quien pláticas sobre los desafíos. Tu esposo y tú son uno. Eso significa que su reputación es tú reputación. Conocerás los pecados y debilidades de tu cónyuge más que nadie y serán frustrantes. Cuando necesites un consejo, búscalo en una persona sabia y piadosa. El objetivo no es blasfemar acerca de tu cónyuge, sino que puedas pensar mejor en la situación y manejarla de una manera madura y piadosa (Efesios 4:30-32).
7. Ora por la otra persona. Tú no puedes cambiar el corazón de tu cónyuge. Puedes manipular el cambio de comportamiento, a lo mejor, pero eso sólo traerá problemas. El único que puede cambiar sus corazones, es el Espíritu Santo. Así que ora por tu cónyuge. Si no están en la misma página, si existen fallas en su carácter que has descubierto y que te aterran, ora por ello. Dios realmente trabaja en los corazones de las personas. Dios realmente responde a nuestras oraciones. Tu cónyuge puede estar orando por ti también.
Preguntas de reflexión.
¿Qué otros hábitos piadosos agregarías a esta lista, orientada a parejas recién casadas, para que trabajen en desarrollarlos?
Nate Brooks se desempeña como Coordinador del Programa de Consejería Cristiana en el Seminario Teológico Reformado de Charlotte. Él aconseja y enseña en la Iglesia Bautista Oakhurst en Charlotte, Carolina del Norte, donde vive con su esposa e hijos.
Traducido por: Jorge De León y Marcela Albarrán
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