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Predicando el perdón


“[Jesús] les dijo: Así está escrito, que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día; y que en su nombre se predicara el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones…” Lucas 24.46-47 (LBLA)


No es extraño que los pastores disfruten de predicar. El camino para llegar a Dios ha sido abierto y es a través de Jesús. El arrepentimiento y el perdón se predican en Su nombre y su tarea como pastor es dar a conocer esta buena noticia de una manera agradable, cautivadora y convincente.


Predique lo que ha hablado a su propio corazón. Y esto se pone aún más interesante. Usted no solo predica una verdad que es atrayente, predica una verdad que cobra vida en medio de los momentos buenos y malos en las luchas de cada día. Predicar incluye un contrato implícito: el texto ha tocado su propio corazón y ahora usted se lo ofrece a los que ama.


Con esto en mente, su preparación puede comenzar con un mensaje a su congregación. “Oren por mi hoy, por favor. Voy a estar trabajando en un sermón sobre Romanos 5 y quiero que el Espíritu Santo y la Palabra obren en mi vida.”


Predique la verdad sobre Dios. Usted le predica a personas con problemas y necesidades reales. Indudablemente, la culpa es un problema concreto y el perdón es una necesidad concreta. Sin embargo, competir con esto es un mito popular, que propone que Jesús es bueno pero el Dios Padre está constantemente enojado. Él está esperando que crucemos la línea para descargar un poco de su ira sobre nosotros. Si tomamos una imagen de la biología podemos decir que, en su estado de reposo, Él sospecha que vamos a pecar en cualquier momento y debido a esto Él está molesto de antemano. Quisiera mencionar Romanos 5 porque nos lleva directamente al carácter de Dios, lo cual puede silenciar este mito. Aunque las partes prácticas de la Escritura tienen su atractivo, es el conocer a Dios verdaderamente lo que hace que los sermones sean efectivos.


Entonces, aunque la Escritura sí habla de la ira de Dios contra el pecado, el énfasis no está puesto ahí. La Escritura enfatiza el hecho de que el Dios trino, en su naturaleza, está dispuesto a perdonar. Ese es su estado de reposo. Su plan siempre fue apartar su ira de nosotros y hacerla caer sobre otro y lo hace porque es una muestra de su carácter mas que una reacción ante nuestro arrepentimiento.


“Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.” Romanos 5:8-11 (LBLA)


El amor se acerca a los pecadores. La ira fue apartada de nosotros porque Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) así lo quiere. El pecado ya no nos separa de Dios. Él se unió a nosotros y no podemos ir en contra de la sangre de Cristo derramada por nosotros.


¿Cómo podemos saber si esta realidad nos está oprimiendo o nos está trasformando? Vivir una vida con un dios quisquilloso no tiene gozo. Vivir una vida con el Dios que se reveló a sí mismo por completo a través de Jesús, hace que la esperanza crezca y podamos vivir con gozo. Quizás un simple “gracias” nos mantenga caminando en la dirección correcta.


La predicación comienza con nuestras propias luchas diarias y la intervención activa del Espíritu Santo en nuestro corazón, y continúa en otras personas y sus luchas diarias. De ahí, el objetivo siempre es que nos sorprendamos del carácter de Dios revelado fundamentalmente a través de Jesús. En esto vemos que el Dios trino se deleita en la comunión con su pueblo, y que Él abrió el camino para que esto fuera posible a través del perdón en Jesús.


Edward T. Welch es consejero y profesor del Christian Counseling & Educational Foundation (CCEF). Tiene un doctorado en consejería (neuropsicología) de la Universidad de Utah y una Maestría en Divinidades del Biblical Theological Seminary. Él y Sheri, su esposa, tienen dos hijas casadas y ocho nietos.



TRADUCIDO POR: Ana Luz Herbel

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