top of page

Tres Verdades del Evangelio para Aquellos Que Han Caído en Pecado Sexual

  • Foto del escritor: CCB
    CCB
  • hace 7 días
  • 5 Min. de lectura

De la vergüenza a la redención: Abrazando el perdón, la identidad y la transformación en Cristo.



Es un sentimiento horrible. Ese momento cuando la excitación se ha desvanecido, el placer ha pasado, y quedas en las secuelas vacías de tu pecado sexual. Puede que sientas que no sabes qué te pasó. ¿Cómo pudo suceder otra vez? ¿Cómo pudiste ser tan necio? Te sientes estúpido, sucio y avergonzado. Y no sabes qué hacer.


Por supuesto, un artículo breve no puede darte todo lo que necesitas en ese momento. Inevitablemente, vas a necesitar confesar tu pecado a otros, vas a necesitar rendir cuentas y sabiduría, y vas a necesitar un plan práctico para ayudarte a evitar que esto vuelva a suceder. Pero antes de llegar a todo eso, quiero recordarte tres verdades fundamentales acerca de Dios que moldearán el camino hacia la recuperación y la redención.


1. Dios perdona


Pero si andamos en la Luz, como Él mismo está en la Luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:7–9).


Has pecado y no tiene sentido disfrazarlo. Tú lo sabes y Dios lo sabe. Pero cuando te acercas a Dios con un corazón quebrantado y contrito, necesitas reconocer Su voz. No es la voz que te condena. No es la voz que te avergüenza. Si has puesto tu confianza en Cristo, es la voz que te recuerda la magnitud de Su gracia. No importa lo que hayas hecho o pensado, no importa en qué te hayas involucrado o imaginado:


Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1).


Las experiencias sexuales tienden a quedarse grabadas en nuestra mente. Las escenas pueden repetirse una y otra vez, aparentemente sin fin. Hay algo en la intensidad física, emocional y espiritual del pecado sexual que hace que permanezca incluso cuando preferiríamos olvidar. Esta dinámica puede tentarnos a creer que, si nuestras mentes aún retienen nuestros pecados contra nosotros, Dios también lo hace. Pero eso simplemente no es verdad.


La verdad es que el expediente ha sido cancelado. Su sombra puede permanecer en mi mente, pero mi culpa ante Dios y mi vergüenza ante la comunidad han sido completamente removidas. Han sido, como dice Pablo, clavadas en la cruz. Eres perdonado.


2. Dios da una nueva identidad


Uno de los aspectos más perturbadores del pecado sexual es la manera en que puede sentirse como si nos definiera. No solo cometiste adulterio; eres un adúltero. No solo viste pornografía, eres un adicto sexual. Pero, si has puesto tu fe en Cristo, eso no es lo que eres, eso es lo que eras.


Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados, fueron santificados, fueron justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6:11).


Fuiste perdonado y se te ha dado una nueva identidad en Cristo. Tu pecado ya no te define. Dios define tu identidad. Y puedes decir con el apóstol Pablo:


Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se dio a Sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).


Eres hijo de Dios (1 Juan 3:1). Eres una nueva creación (2 Corintios 5:17). Eres Su heredero (Efesios 1:11). Eres linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios (1 Pedro 2:9). Tu pecado sexual no te define. Has sido hecho nuevo. Así que puedes confesar tus pecados a otros sabiendo que tu pecado no es la base de tu identidad. Puedes rendir cuentas y tomar pasos prácticos sabiendo que no estás esclavizado por tu pecado. Eres una nueva creación. Le perteneces a Dios. Y Él te está capacitando, por Su Espíritu, para vivir conforme a quien eres.


3. Dios transforma


El Espíritu de Dios habita en ti y te está transformando. Está desmantelando tus antiguas formas de vivir, ladrillo por ladrillo. Y en su lugar, está cultivando un fruto espiritual genuino. Está desarrollando en ti el fruto del amor, gozo, bondad, benignidad y dominio propio (Gálatas 5:22-25). Y está produciendo en ti la misma mente de Cristo (1 Corintios 2:16; Filipenses 2:5). Para enfrentar el pecado sexual en tu vida necesitas una fuerza sobrenatural. Y eso es exactamente lo que Dios te ha dado. No te ha dejado solo para resistir la tentación; te ha dado todo lo que necesitas para resistir y avanzar en pureza:


No les ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape a fin de que puedan resistirla

(1 Corintios 10:13).


Siempre que la Biblia habla sobre transformación espiritual, casi siempre menciona cómo esa transformación moldea nuestra vida sexual (Gálatas 5:19; 1 Tesalonicenses 4:3-5). Nuestros corazones transformados conducen a vidas transformadas. Y nuestras vidas transformadas conducen a una sexualidad transformada.


Por tanto, sean imitadores de Dios, como hijos amados. Y anden en amor, así como también Cristo los amó y se dio a Sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios como fragante aroma. Pero que la inmoralidad sexual y toda impureza o avaricia ni siquiera se mencionen entre ustedes, como corresponde a los santos” (Efesios 5:1–3).


Dios te está transformando. Te está capacitando para vivir de maneras que la mayoría de la gente asume que son simplemente imposibles. Y lo está haciendo para tu bien y para Su gloria. Y eso lo cambia todo.


Aunque las secuelas del pecado sexual son uno de los peores sentimientos del mundo, ese no es el final de la historia, ya que ese dolor piadoso produce arrepentimiento:

Porque la tristeza que es conforme a la voluntad de Dios produce un arrepentimiento que conduce a la salvación, sin dejar pesar; pero la tristeza del mundo produce muerte

(2 Corintios 7:10).


Dios nos encuentra en nuestra tristeza y vergüenza y nos recuerda Su presencia llena de gracia y Sus promesas fortalecedoras. Te encuentra justo donde estás y te dice que, por medio de la fe en Cristo, eres perdonado, has sido hecho nuevo y estás siendo transformado.


Puede que aún haya un largo camino por recorrer. Probablemente hay varias personas en tu vida a quienes necesitas confesar tu pecado. Probablemente vendrán momentos de dolor y dificultad, mientras comienzas a abandonar el pecado y aprendes a caminar en justicia. Pero también vendrán incontables momentos de gozo y victoria. Y ese camino comienza aquí. Comienza al ser recordado del poder verdaderamente transformador del evangelio de Jesucristo.

Acerca del Autor

Scott Mehl es pastor en Cornerstone West Los Ángeles, donde supervisa el desarrollo de liderazgo, los ministerios globales y el área de consejería/discipulado.

Traducción de: Ale Villavicencio

 
 
 

Commentaires


bottom of page