
El amor de un hombre que lidera pinta el matrimonio como una danza elegante. El esposo guía de una manera que sirve a su esposa, para que ella pueda florecer.
¿Crees que puedes danzar? Entonces, toma a tu compañera de la mano y asume el papel del hombre que lidera.
Pedro exhorta a los esposos cristianos a servir con humildad a sus esposas y con fortaleza: "Ustedes, maridos, igualmente, convivan de manera comprensiva con sus mujeres, como con un vaso más frágil, puesto que es mujer, dándole honor por ser heredera como ustedes de la gracia de la vida, para que sus oraciones no sean estorbadas." (1 Pedro 3:7). Ese “igualmente” fundamenta el mandamiento en la sumisión del creyente a Cristo (1 Pedro 2:13, 18; 3:1). Así como los súbditos del imperio romano, los siervos del hogar y las esposas cristianas se someten a Cristo, así también, esposos, deben hacerlo. Por tanto, el mismo espíritu que hace a una esposa “buena y afable” hará a un esposo “bondadoso y atento”.
El Mandato
Pedro instruye a los esposos a “vivir con ellas sabiamente”, o literalmente, “de acuerdo al conocimiento”. Este conocimiento se refiere al conocimiento del Dios temible, de Su Santa Palabra, de lo que Dios dice acerca del papel del esposo en el matrimonio, y de cómo un hombre cristiano debe tratar a su esposa. Conocer al Señor le impulsa a conocer a su esposa: sus gustos y disgustos; sus fortalezas y debilidades; sus deseos, metas y frustraciones. La esposa se somete con humildad a la autoridad de su esposo mientras este emplea su fortaleza para fortalecerla y guiarla.
El esposo honra a su esposa porque, como mujer, ella es “el vaso más frágil”. Esto no implica debilidad moral, intelectual o emocional. No significa que sea menos espiritual o menos conocedora de la teología. El significado más evidente es que, en general, Dios creó a los esposos con mayor fortaleza física que sus esposas (especialmente en la sociedad agraria y preindustrial de Pedro). Otras “debilidades” en los días de Pedro podrían incluir la dependencia financiera de la esposa respecto a su esposo o su influencia limitada en la sociedad. Pedro también ha llamado a la esposa cristiana a someterse a su esposo, lo cual la coloca en una posición vulnerable.
Sin embargo, el mandato de Pedro prohíbe a los esposos aprovecharse de su autoridad. Un esposo cristiano jamás debe involucrarse en violencia doméstica o abuso. No ridiculiza a su esposa delante de amigos ni la menosprecia frente a los hijos. No la culpa por conducirlo al pecado (como en Génesis 3:6). En cambio, la honra cada día como algo precioso, proveyendo para ella y protegiéndola. La Escritura siempre otorga honor al “vaso más frágil”, de la misma manera en que distinguimos entre la porcelana fina y los platos de uso diario (1 Corintios 12:22–24). La porcelana fina es irremplazable y de valor incalculable. Su fragilidad exige que se trate con cuidado y se exhiba en un lugar de honor. En cambio, los platos de uso diario pueden astillarse o romperse. No son tan valiosos, ya que pueden ser reemplazados fácilmente.
La Motivación
A este mandato de conocer a sus esposas y darles honor, Pedro añade la motivación para los esposos cristianos: “Puesto que son herederos contigo de la gracia de la vida.” Como creyentes, ambos esperan una herencia eterna, “incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para ustedes.” (1 Pedro 1:4). Por tanto, esposo cristiano, sirve a tu esposa porque ella ha sido salvada del pecado, al igual que tú. Ama a tu esposa porque es parte de la realeza celestial, como tú. Entiende a tu esposa porque ella es hija bendita de Dios, como tú. Esposo, no menosprecies a tu esposa, pues ella recibirá los mismos privilegios de gracia en el reino eterno de los cielos. Al mismo tiempo, no la trates como a un compañero, porque ella es un “vaso” digno de honor. Si has sido bendecido con una esposa piadosa, cada noche te duermes junto a una heredera de gloria eterna. Tu esposa es de la realeza: la preciosa princesa de Dios, la niña de Sus ojos. Por lo tanto, hónrala en esta vida como Dios la honrará por toda la eternidad, o Dios te pedirá cuentas (2 Corintios 5:9–10).
La Advertencia
Al final del versículo 7, Pedro incluye una advertencia: “para que sus oraciones no sean estorbadas.” Cuando maltratas a una hija de Dios, Él se niega a escucharte. Tu pecado puede ser el bloqueo entre tú y Dios (Santiago 5:16), o tu desunión puede separarte de tu esposa (Mateo 18:19). No podrán orar juntos si no la honras y vives con ella con sabiduría. Una relación rota hará difícil arrodillarse en oración. Esposo, si tu matrimonio está marcado por una rebelión continua contra el Señor, la única oración que Él responderá será tu oración contrita de arrepentimiento.
El amor de un hombre que lidera muestra el matrimonio como una danza elegante. El esposo lidera de tal manera que sirve a su esposa, para que ella pueda florecer. Él se convierte en un diligente estudiante de su esposa y modela el ejemplo de Su Salvador (Juan 13:1–15). La esposa entonces sigue el ejemplo de su esposo de tal manera que su fuerza complementa su elegante belleza. Este tipo de danza trae gozo a Dios, deleite a ambos miembros de la pareja y asombro a un mundo que observa.
Sobre el Autor

Tom Sugimura es pastor, entrenador de plantación de iglesias y miembro de ACBC. Él ministra el evangelio en la Iglesia Nueva Vida en Woodland Hills.
Traducción de: Natalia Guerrero
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