En mi última publicación, conocimos a Joyce y Judy, una suegra y una nuera, cuya relación había comenzado de manera difícil por algunas presuposiciones y expectativas que estaban basadas en sus propios deseos, en lugar de un fundamento bíblico. Cada una de ellas había descendido en espiral a la decepción, frustración y amargura por causa de sus expectativas no cumplidas. ¿Y ahora qué? ¿Cómo llevamos a Joyce y a Judy de regreso a un fundamento sólido para construir una relación que le traiga gloria a Dios? Como yo lo veo, hay tres elementos que deben estar presentes si ellas van a remediar los problemas que están enfrentando: Arrepentimiento, comunicación, y amor.
Joyce y Judy no están contentas la una con la otra, cada una está decepcionada del comportamiento de la otra, y esto ha llevado a algunas emociones que están poniendo división entre ellas. Para restaurar la relación y crear una que le traiga gloria a Dios, cada una debe arrepentirse humildemente de su errores presuntuosos en el pensamiento.
Necesitas: Arrepentimiento, comunicación, y amor.
Joyce debe reconocer que Judy no está bajo ninguna obligación a tener la clase de relación que ella quiere tener y debe ajustar sus expectativas de acuerdo a eso. A medida que hace esto, debe dejar su decepción acerca de lo que Judy no es – la hija que ella siempre quiso; atenta con Joyce, respondiendo a los intentos de Joyce por una relación – y en su lugar, tener gratitud hacia todo lo que Judy es – una hermana en Cristo, una esposa amorosa para su hijo, un miembro valioso de la familia.
Judy ha estado desagradablemente, muy sorprendida por la naturaleza intrusa de los intentos de Joyce por una relación. Mientras que ella no necesariamente tiene que acomodarse a todos los caprichos de su suegra, debe aprovechar al máximo las oportunidades para pasar tiempo con Joyce, cuando pueda. Ella debe de dejar de evitar a Joyce, y revestirse de una comunicación honesta. Efesios 4:15, nos instruye a hablar la verdad de manera amorosa. A medida que cada una de estas señoras, se arrepienten de la ira y la decepción, el amor entre ellas va a crecer. Pero no pueden remover el fruto dañado hasta que caven profundamente para ver lo que dañó la raíz.
¿Lo ves? hay un problema más profundo aquí con ambas señoras. Joyce anhela una hija, y ha escogido una ruta pecaminosa y demandante para obtenerla. Judy anhela una figura materna, pero cuando Joyce no cumplió sus expectativas, ella comenzó de manera pecaminosa a evadirla y a ignorarla. El problema aquí, como lo dije en la publicación anterior, es que los deseos no son necesariamente pecaminosos. El pecado viene en respuesta al deseo no obtenido. Cuando pecamos porque nuestras expectativas no son cumplidas, o nuestros planes son truncados, podemos estar seguros de que el objeto de nuestro deseo no era bíblico. A menudo en estos casos, estamos buscando en una persona lo que solo Dios puede verdaderamente proveer.
El amor va a crecer cuando te arrepientas de la ira y la decepción.
Primero, examinemos lo que está sucediendo con Joyce: ella siempre quiso una hija, pero Dios en Su soberanía escogió no darle una, y ella nunca ha aceptado esto completamente como una decisión buena y amorosa de parte de Dios. Ella continúo anhelando una hija, y cuando apareció Judy, ella trato de hacerla caber en el molde que había hecho. Cuando Judy no cumplió, Joyce tomo el problema en sus propias manos, ¿le recuerda esto a alguien?
Cuando el pueblo vio que Moisés tardaba en bajar del monte, la gente se congregó alrededor de Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos un dios que vaya delante de nosotros; en cuanto a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. Y Aarón les dijo: Quitad los pendientes de oro de las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo se quitó los pendientes de oro que tenían en las orejas y los llevaron a Aarón. Y él los tomó de sus manos y les dio forma con buril, e hizo de ellos un becerro de fundición. Y ellos dijeron: ¡Este es tu dios, Israel, que te ha sacado de la tierra de Egipto! (Éxodo 32:1-4)
Los israelitas tenían un dios en mente que haría lo que ellos querían que hiciese, a su tiempo. Cuando no llenó el molde, ellos lo rechazaron y se hicieron para ellos mismos un nuevo dios. Joyce no puede tener una nueva nuera, pero ciertamente puede rechazar la que Dios le dio, y eso es exactamente lo que ha escogido hacer. Pero al rechazar a Judy, Joyce está rechazando a Dios porque Él es el que soberanamente ordenó que Judy estuviera en la familia de Joyce. El problema de Joyce es con Dios, no con Judy. Joyce necesita confesar esto y arrepentirse de su manera de manipulación y sus pensamientos amargados.
El pecado viene en respuesta al deseo no obtenido.
¿Y qué acerca de Judy? básicamente tiene el mismo problema. Ella ha rechazado la suegra que Dios le ha dado, escogiendo pretender que no existe y escondiéndose de ella. De nuevo, esto nos recuerda otra historia bíblica:
Vino palabra del Señor a Jonás, hijo de Amitai, diciendo: Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella, porque su maldad ha subido hasta mí. Pero Jonás se levantó para huir a Tarsis, lejos de la presencia del Señor.
Jonás era un profeta del Señor, y él no quería ir a la ciudad pagana de Nínive. MacArthur dice, “el sentido de superioridad espiritual… de Israel, como los receptores de la bendición del pacto de Dios, produjo una reacia actitud en Jonás hacia la petición de Dios de servicio misionero.” En otras palabras, este profeta del Señor tenía cierta expectativa de quienes serían dignos de su esfuerzo. Nínive no calificaba, entonces el huyó de Dios, ignorando su llamado y mandato.
Aunque ella no lo ve de esta manera, eso es exactamente lo que Judy está haciendo. Ella tiene cierta expectativa de la clase de suegra que quiere, y cuando no sucedió, decidió ignorar y básicamente esconderse de ella. Así como lo hizo por Jonás, Dios le está permitiendo a Judy ser completamente miserable hasta que ella comience a obedecerlo. De hecho, ambas mujeres son miserables, no por lo que la otra está haciendo, sino por la respuesta propia de cada una a ello.
Cuando pecamos porque nuestras expectativas no son cumplidas, o nuestros planes son truncados, podemos estar seguros de que el objeto de nuestro deseo no era bíblico.
Si estas mujeres fueran mis aconsejadas, le daría a cada una, una tarea. Yo le diría a Joyce que comience a darle gracias a Dios por sus cuatro hijos saludables, quienes son todos creyentes y quienes la aman mucho. También le pediría que haga una cita con Judy para hablar con ella, confesando las maneras en las que ha pecado contra ella al manipularla y tratar de hacerla sentir culpable por decepcionarla. Joyce necesita pedirle a Judy que la perdone y comenzar a mostrar frutos de verdadero arrepentimiento. Incluso podría preguntarle a Judy qué cree que podría ser el arrepentimiento para Joyce, y exactamente cual clase de relación le gustaría tener de ahora en adelante, y luego hacer lo mejor por respetarlo y vivirlo.
Para Judy, le daría una tarea destinada a superar el temor al hombre. También quiero que ella entienda la diferencia entre la culpa verdadera por el pecado, y la culpa del mundo, que le es impuesta a través de la manipulación pecaminosa. Esto no solo la va a ayudar en su relación con Joyce, sino en todas sus relaciones a través de su vida. Finalmente le pediría a Judy que haga una cita con Joyce para hablar honestamente de su relación, confesando su evasión y amorosamente compartiendo con ella la clase de relación que le gustaría tener con ella.
No busques en una persona lo que solo Dios puede verdaderamente proveer.
Las expectativas pueden unir o romper nuestras relaciones, como Joyce y Judy lo van a descubrir en su proceso de reconciliación. Pero a través de Cristo y nuestro amor por Él, estamos capacitados para amarnos unos a otros. Al basar nuestras expectativas en sólidos fundamentos bíblicos en lugar de nuestros propios deseos, podemos disfrutar de relaciones que son mutuamente satisfactorias y, más importante, que glorifican a Dios.
Suzanne Holland es consejera certificada por IABC / ACBC en Kansas City, Missouri. Ella sirve en Reigning Grace Counseling Center como consejera y también como coordinadora del programa de capacitación en línea. Está casada con John, quien administra el lado técnico del Programa en línea. Tienen dos hijos adultos y un nido recientemente vaciado.
TRADUCIDO POR: Martha Velazquez
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